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Henry esperaba impaciente a que April se pusiera al teléfono. Estaba muy enfadado y desconcertado. Su fácil capitulación lo incomodaba. Siempre había sido tenaz y astuto, trabajando y reelaborando su plan y la situación en su beneficio. Pero en el momento en que las lágrimas llenaron los ojos de Helena, toda su tenacidad y astucia lo abandonaron. Todo lo que había querido hacer era evitar que las lágrimas cayeran. ¿Por qué tenía ella tanto control sobre él?

Pateó una bolsa de plástico y resistió el impulso de tirar algo. Al darse cuenta de que lo que iba a tirar era su teléfono y de que hacía rato que no había nada del otro lado, ladró:

—¡Hola!—. Seguía sin haber respuesta. Al mirar la pantalla del teléfono, se dio cuenta de que Jason le había colgado. Enfadado, volvió a marcar el número.

—¿Hola?

—¿Qué demonios, tío? No puedes colgarme así como así.

—Henry, ¿qué te pasa? Aquí es medianoche. April está dormida. No voy a despertarla—. Tan cerca de estallar contra su primo, se detuvo cu
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