Escuchando los gritos y los golpes, Alexis consiguió saltar la pared, sintiendo como sus piernas tumbaban por el cansancio. Después de una pelea tan ardua y tan intensa, no solo él estaba agotado, todos los alfas de su manada y los militares que los esperaban lo estaban.

“Vamos, no te detengas” Dijo Nikolai, quien iba delante de él, tan cansado como su primo.

Asintiendo con la cabeza como podía, Alexis se puso de pie y comenzó a correr, alejándose lo más que podía de la frontera de la ciudad. Su corazón latía fuertemente, y mientras corría rápidamente por la carretera principal de la ciudad, solo podía temer que los militares que los habían detenido se dieran cuenta de lo que estaba pasando, y terminaran yendo detrás de ellos y que los persiguieran.

Lo había conseguido, a pesar de la ardua batalla que tuvo lugar en la frontera de la