Pequeños destellos

Andres se subió a meditar en un árbol cerca de la cabaña... quería respirar aire fresco, intentaba recordar algo más sobre lo que había pasado esa noche y había causado tantos cambios en su vida.

su diosa humana era el más vivo recuerdo de esa noche, Isabel Saavedra.

-haré lo que esté en mis manos..para que puedas libre caminar...

una sirena encantada como tu, debe ser libre como el mar.

no dejaré que corten tus divinas alas, y así puedas volar.

lejos, muy lejos, donde tu divinidad no la puedan profanar...

seré tu caballero, peleare por ti y enfrentare a cualquiera que te quiera lastimar.

esto decía Andres Mirando a la luz de la luna como un pacto de amor y como si la luna atestiguara su promesa, al pensar en Isabel Saavedra destellos de sus recuerdos aparecían en su cabeza sobre esa noche.

de repente una imagen del bar Bari Club paso por su mente, también recordó a sus amigas Ana Manrique y Sofia Reyes, quienes tenían sangre en la comisura de sus labios.

-Andres no vengas es
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