[Isabel]
No puedo dejar de admirar el hombre que es Quentin. Cuando pienso que ya lo tengo todo completamente bien estudiado y analizado, él sale con otra sorpresa y otra y otra más hasta que ya no sé qué decir, las palabras se terminan y sólo puedo expresarlo a besos y abrazos.
Ahora él, no sólo me regresó las recetas de mi hermana, me dio otro lugar para que pudiera continuar mi pequeño negocio que juro se me hace nada comparado con lo que él maneja, pero insisto en mantenerme ocupada de alguna u otra forma, aunque para ser honesta, Lea es la que más ocupada me tiene.
Esta pequeña de gran inteligencia, está pasando por tantos ajustes que es imposible no dejar de prestarle atención, sobre todo porque debe adaptarse a una nuev
[Quentin] (Una noche antes de la boda) —¡Lea! Allez, allez! Que se nos hace tarde.—Le hablo a mi sobrina que se encuentra justo en su cuarto arreglándose. —J’y vais! (Ya voy) – Escucho que me contesta. Camino como si fuera un león enjaulado por toda la sala mientras ella no sale. Por motivos de tradición de sus padres, Isabel tuvo que irse a dormir a otra habitación de este hotel que hemos escogido como escenario de nuestra boda, uno que se encuentra justo en Marbella, lugar del que Isabel se enamoró a primera vista tan solo vio las fotografías del lugar. Así que ahora me encuentro solo con Lea, quien mañana después de la boda, viajará junto con los padres de Isabel que nos harán el favor de ver por ella mientras nosotros disfrutamos de nuestra luna de miel. —¡L&
[Isabel]Jamás pensé que me casaría, lo deseaba, sí, pero debido a todo lo que pasé llegué a la conclusión que las bodas no eran lo mío y que siempre sería la dama de honor más que la novia o la tía cool y no la esposa de alguien o madre. Siempre pensé que el amor era eso que las películas de chicas te pintaban, los típicos caminos cruzados o las situaciones donde con una mirada o en medio de un accidente el chico conoce a su chica perfecta y en dos por tres se casan haciendo a todos suspirar y desear un amor así incluyéndome a mi. Yo, no creía en el amor a primera vista, ni en el destino, ni en las circunstancias y ahora me río sola frente al espejo mientras la maquillista le da los últimos retoques a mis labios rojos, ya que estoy a punto de casarme con el amor de mi vida; ese hombre que contestó un men
[Quentin]Sin poder voltear a ver a Isabel camino de regreso a mi habitación donde emocionado por o que acabo de vivir me limpio con un pañuelo de tela las lágrimas, que sé, pronto regresarán. Abro la puerta para entrar en ella y dirigirme directo hacia el balcón donde puedo ver cómo los invitados se van sentando en espera de nuestra aparición, una que muero de ganas por hacer. Regreso al tocador para tomar el clavel rojo y frente al espejo me lo pongo sobre el saco color gris perla que es parte de mi vestimenta de hoy. Me viene a la mente la primera vez que me casé, la boda fue tan elegante que yo llevaba un pesado esmoquin con moño y todo. Ahora el traje es más sencillo, más ligero, de lino, que no solo es perfecto para el clima y el evento de hoy, si no que simboliza de alguna manera el peso que estoy dejando atrás. Sé que no es bueno recordar bodas pasada
[Isabel]Es oficial, soy la señora de Quentin Valois o más bien su compañera de vida como él me ha llamado. Mientras todos nos aplauden ambos caminamos de la mano por el pasillo sonrientes de que por fin hemos quedado unidos en matrimonio. Entramos por la puerta para dirigirnos a un pequeño salón donde será la ceremonia civil donde otra vez reafirmaremos nuestro amor y compromiso mutuo. —Te amo, te amo, te amo.— Me dice emocionado mientras me toma del rostro y me besa antes de que los testigos entren al lugar.— Te ves hermosa.—Te amo más, te ves guapísimo, tan gallardo. —Basta que todavía falta una fiesta a la que hay que asistir a nuestra fiesta.— Bromea y luego me besa sobre los labios.— Mi esposa, estaba ansioso por llamarte así.—¿De verdad? ¿Desde cuándo? —Desde el primero
[Quentin]Muchos esperan que la noche de bodas es sexo por la noche y un hermoso despertar por la mañana, pero no es así, en ambas bodas mi luna de miel fue dormir profundamente cansado hasta el otro día y la única diferencia no sólo es la mujer de al lado, si no el hermoso despertar que hemos tenido. Abro los ojos y una sensación de descanso y felicidad llega a mi, me encuentro abrazando la almohada mientras mi cuerpo se encuentra recostado boca abajo en aquella enorme cama. Isabel no se encuentra a mi lado, pero no es algo que me asuste ya porque sé que ella se encuentra en algún punto de este hermoso yate que tenía años que no zarpaba en alta mar. Me levanto para después caminar hacia el baño, tomar una de las batas blancas y ponérmela encima para salir a al improvisado balcón donde veo a Isabel sentada sobre los sofás con una taza
[Isabel]Después de pasar una tarde sobre la cubierta disfrutando del sol y de las bondades de este yate, es hora de subir a la habitación y pasar la noche. Me encuentro nerviosa en todos los niveles posibles y no entiendo por qué, ahora Quentin es mi esposo y se supone que para estas alturas debería sentirme sumamente segura de estar con él, pero no, todo lo contrario, me siento más insegura que nada. Entro al baño y me doy una ducha larga que quite todos los residuos del agua del mar, que hay en mí. Tomo mi jabón de rosas y lo paso por todo mi cuerpo para armonizar y aromatizar todo mi cuerpo, y darle ese toque tan mío a toda mi piel. Siempre he dicho que sí pudiera lanzaría una empresa de jabones aromáticos porque al parecer esto se me da de maravilla. Termino de ducharme, a pesar de que lo hice lo más lento posible para alargar un poco más la
[Quentin]—¿Orgasmo seco?—Me pregunta Isabel entre risas mientras estamos ambos desnudos dentro de la bañera tomando champaña y comiendo unos deliciosos canapés que encargué a la cocina del Yate. —Así es, hay muchas cosas que no conoces sobre mí.—Vale, soy toda oídos.— Insiste. —Pues cuando iba en la Universidad encontré un libro de sexo tántrico en la biblioteca, debo admitir que me llamó la curiosidad la portada, era roja así como tus hermosos labios.— Y ella sonríe.— Así que lo tomé, comencé a leerlo y descubrí que los hombres podemos tener orgasmos sin eyacular y dije, por qué no, puede servir.Cuando le digo eso ella se ríe feliz y toma otro sorbo de champaña. —Y desde ahí aplicas eso. —Así es, hasta
[Isabel]Debo admitir que el tiempo en el yate ha sido magnifico. Quentin se ha encargado de consentirme en muchos niveles y ni siquiera he empezado la luna de miel. Aún así, con todos los lujos me alegra mucho llegar a Messina, Sicilia y sobre todo recorrer el hermoso lugar. No cabe duda que Quentin ha cambiado mi vida en todos los sentidos posibles y no lo digo sólo por el dinero o los regalos, la ropa nueva y los lugares tan maravillosos que me ha enseñado. Si no porque me ha demostrado que los buenos hombres existen y que a pesar de todo lo que uno puede pasar siempre se puede volver a creer en el amor y tener una segunda oportunidad. El yate se queda mar adentro, juntos a unos cuantos kilómetros de distancia del lugar donde Quentin y yo nos hospedaremos. Ambos hacemos una maleta pequeña para los dos, ya que se supone que nuestra estancia será corta y nos dirigimos a la cubierta donde un bote nos espera