De una sesión de masaje y una cita para el almuerzo
(Punto de vista de Arielle)

Jared volvió con nuestra bolsa y la llevó al armario. “No quiero que te estreses”, dijo acercándose a mí.

“No me digas que me trajiste aquí para volverme una perezosa”, dije, fingiendo fruncir el ceño.

“Te traje aquí para mimarte tontamente”, respondió.

“Umm... eso suena a algo que me encantaría disfrutar”, dije, todo sonrisas.

“Genial”, dijo Jared, apartándose. “Desharé la maleta y después nos dirigiremos al spa del hotel para una sesión de masaje. Esta semana ha sido agitada para ti y un masaje es primordial para relajar tus músculos”.

“Sí que lo tienes todo planeado, ¿ah?”, pregunté, complacida por su consideración.

“No te traería aquí si no fuera así. Ahora voy a deshacer las maletas”, me guiñó un ojo y volvió al armario.

Mientras Jared me daba la espalda, mis ojos se fijaron en sus músculos flexionados bajo la camisa entallada. Una vez más, sentí ese aleteo tan familiar en el vientre. Sonreí, agradecida por esta escapada y por lo considerado que
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