A Gabriela le sorprendió su repentino movimiento.

Al segundo siguiente fue a empujarle la pierna, "Qué haces, levántate rápido o la medicina del hisopo que tengo en la mano te manchará."

Rodrigo alargó la mano, le quitó el hisopo y lo arrojó sobre la mesa, y con él presiona todo su cuerpo hacia arriba.

Gabriela se retorció, no tanto forcejeando como buscando una posición cómoda.

¡Bam!

De repente, se oyó un fuerte estruendo procedente del salón.

"¿Qué está pasando?" Los nervios de Gabriela se tensaron.

Rodrigo frunció el ceño.

Parecía disgustado por el repentino ruido.

Gabriela le miró, "¿Hay alguien en el salón?"

Rodrigo dijo impotente, "Sí."

"¿Alfredo?" Preguntó ella, aunque lo decía como una pregunta, pero era claramente en tono afirmativo.

"Está borracho." No había nada que hacer, y no podía dejarlo desatendido, así que lo trajo de vuelta.

De repente se oyó de nuevo el sonido de las patas de la mesa deslizándose, algo que caía y gritos.

Gabriela recogió su ropa y empujó a Rodrigo so