Esta mujer, de todos modos, fue preparada originalmente para él por Rodrigo.A Gabriela le recorrió un escalofrío.¡De verdad fue Rodrigo!—Tengo un compartimento privado aquí, ¿por qué no vamos allí para pasar un buen rato? Pero, me extraño mucho, ¿por qué Rodrigo no disfrute con una magnífica belleza como tú? ¿Realmente no le gustan las mujeres?—Javier sonrió mientras miraba a Gabriela.Rodrigo nunca había tenido una novia, y quienes le conocían sabían que se rodeaba de hombres, no de mujeres.Muchas personas decían chinchorrerías de que él tenía impotencia sexual.Dicían que era gay.En resumen, ¡no era normal!No era que no le gustaran nada las mujeres, Gabriela se burló y pensó.¡Sólo era que ella no le gustó!Miró qué rabia le dio que Inmaculada se liara con su exnovio.¿No estaba tan enfadado porque le importaba?—Pero en realidad tengo que agradecer a Rodrigo,—sonrió Javier,—sin él, ¿cómo te habría conocido?Aunque ese día resultó herido.Pero esta mujer, la calma con que le am
En el salón, Anastasia López se sentó graciosamente en el sofá con un pijama de seda.—¡Vaya, Gabriela!—enarcó las finas cejas al ver a Gabriela.Gabriela apretó inmediatamente las manos, durante el tiempo que su madre estaba enferma, ¿esta mujer ya había ascendido a esta posición?Sus ojos se posaron en la muñeca de Anastasia, en que llevaba un valioso pulsera de jade. Parecía que el dinero que había dado la familia Lozano dió un vuelco a la fortuna de Ramón.Sintió una gran amargura en su corazón.—He venido a buscar a Ramón Gonzaléz.Anastasia López se alborotó el pelo castaño ondulado y dijo.—Tu padre no está aquí.Gabriela dió la vuelta...—Espera.La detuvo Anastasia diciendo.—¿No me digas que has venido a pedir dinero? Ya eres la doña de la familia Lozano, ¿todavía te falta dinero? Te lo digo, que no tenemos dinero para darte, la situación de tu madre es un pozo sin fondo.Gabriela frunció la boca, ¿una tercera ahora se consideraba una dueña?—Ramón aún no se ha divorciado de mi
Al encontrarse con Rodrigo en la zona de oficinas, se apresuró a saludarle.—Señor Lozano.—¿Has averiguado lo que te pedí que investigaras?—Rodrigo le lanzó una mirada y su tono fue malo.—¿Acaso tengo la capacidad sobrehumana?—Joan murmuró interiormente.Su carga de trabajo de hoy fue muy pesada.—Todavía... no, que voy a hacerlo.—contestó balbuceando en precipitado.Pensando en su corazón, ¿qué ha pasado?¿Por qué está tan enfadado?En ese momento se acercó la secretaria.—Señor Lozano, hay una señorita García en la recepción, que dice que le está esperando.—¿Señorita García? Acaso es Inma...Antes de que Joan pudiera terminar sus palabras, vio el rostro frío y hosco de Rodrigo, con un atisbo de ira perceptible.Se calló sensatamente.El aire se congeló un momento y Rodrigo dijo fríamente.—Joan, ve a llevarla aquí.—Sí.Tras un rato, Joan dirigió a Inmaculada al despacho del presidente.Rodrigo, de pie junto a su escritorio, se quitó la chaqueta, la lanzó al azar al respaldo de la si
Rodrigo se tiró de la solapa, molesto, y emitió un gruñido frío y despectivo.La mujer de aquella noche, con ese candor, le dejó una impresión profunda.Inmaculada tenía novio. Su comportamiento íntimo con el hombre reveló obviamente que no parecía una mujer que no hubiera tenido vidas sexuales.—Las cámaras de vigilancia de aquel día fueron destruidas y, sin pruebas definitivas, de hecho podría provocar una equivocacuón. Voy a comprobarlo de nuevo para ver si algo salió error. Si al menos, en ese momento, hubiera dejado algunas evidencias...Joan se fue a investigar mientras se quejó.—Espera...Rodrigo lo detuvo.—No hace falta.Al calmarse y pensar en ello, una mujer que pudiera tener relaciones sexuales con alguien en esa situación, ¿sería una mujer formal?Entregarse a otro hombre tan casualmente, ¿y cuán pura esperaba que sería?Fue él quien exigió demasiado.¡Y ahora ya no tenía ningún sentido para él!Fuera la mujer que fuera, el placer que tenía al principio ya se desvaneció.S
Ha trabajado durante varios años y no ha ahorrado dinero porque la enfermedad de su madre siempre ha sido apoyada por su salario.No podía ser médica, así que tuvo que elegir otro trabajo por el momento, su sueño de ser médica militara tuvo que quedar aparcado por el momento, no se rinde, sino que tiene que inclinarse ante la vida.Aun así, volverá a ser médico cuando tenga la oportunidad en el futuro.Salió del hospital, y tomó un taxi de regreso a la villa.-Señorita, ¿no te encuentras bien, por qué estás tan pálida?-preguntó preocupada Dalia nada más entrar por la puerta.Gabriela sacudió con la cabeza y dijo-No.-Se cambió los zapatos y entró.-¿No tienes turno hoy?,-preguntó Dalia.Antes siempre estaba muy ocupada, a veces trabajando en el turno de noche.El corazón de Gabriela se encogió bruscamente, miró a Dalia, se suponía que debía ir a trabajar, pero...Ella reprimió la amargura, y sonrió diciendo-Hoy descansaré.Dalia la trata muy bien, y es el único calor que tiene en esta
Gabriela no reaccionó por un momento y le miró unos segundos antes de darse cuenta de a qué se refería.Pero no le respondió.Este hombre, seguramente, tenía algunas palabras de insulto para humillarla.Bajó la cabeza y tragó un gran bocado de comida, intentando acabársela rápidamente.Rodrigo frunció el ceño ante su silencio.—¿Por qué comes tan rápido? No hay nadie robándotelo.Se sintió inexplicable a sí mismo.No le parecía grosera al verla sin imagen, engullendo su comida, sino incluso un poco graciosa.Mucho más real que esas mujeres a las que les gusta ser recatadas y montar un espectáculo.Gabriela terminó el último bocado, bebió dos sorbos de agua y replicó directamente.—Comer rápido o despacio es la cosa mía, ¡a ti qué te importa!De todas formas, ahora estaba sin trabajo por culpa de él.Y no había nada más que temer de ser amenazado por él.¡No temía nada!Rodrigo levantó lentamente los ojos y una frigidez pasó por su mirada.—¿Estás cansado de vivir?¡¿Cómo se atreve así?!¿
—¡No finjas! ¿No te atreves a reconocer lo que hiciste? ¿Te decepciona mucho que yo no haya caído en manos de ese hombre?—Gabriela apretó los dientes con fuerza, conteniendo sus emociones.Rodrigo le empujó con fuerza.—¡No lo hice!El empujón casi la hizo caer. Fue Dalia quien la sostuvo y Gabriela pudo mantenerse en pie.—Eres mi esposa. Mientras exista ese estatus, no dejaré que otro hombre te mancille. ¡No quiero que me pongas otros cuernos!—la cara de Rodrigo también estaba bastante dura,—¿quién es?Gabriela miró a Rodrigo.Según su carácter, si lo hizo, no iba a negarlo. Estaba tan entonado, que no era el tipo de persona que no se atrevía a reconocer la verdad.—Díme, ¿quién es?—Rodrigo se irritó inexplicablemente.Ni él mismo sabía por qué estaba tan enfadado al saber que casi la habían insultado.—Es el mismo hombre que la última vez...Nada más terminar Gabriela su frase, Rodrigo supo quién era el hombre.Cuando salió del Puente Azul, se encontró con Javier.¡En un instante com
Javier asintió con la cabeza, y admitió que, de verdad Gabriela había despertado su interés.En cuanto a lo que le gustaba de ella, por el momento no podía explicarlo.¿Quizá porque las mejores cosas eran las que no se podían conseguir?En definitivo, ¡estaba bastante impresionado con la mujer que le había herido una y otra vez!El enfado de Rodrigo se calmó un poco al saber que Javier no le había conseguido a Gabriela, pero el enojo que acababa de calmarse volvió a subir al saber que ella le gustaba.¡Incluso mucho más que antes!—¿Qué te gusta de ella?—a Rodrigo no se le ocurrió nada bueno de aquella mujer.¿Qué ventaja tenía para que le gustaran?¿Qué otra cosa sabía además de seducir al hombre?—No lo sé, pero la quiero conseguir de todos modos.—dijo Javier sin pensar.Rodrigo frunció el ceño, teniendo la sensación de que algo suyo se convertía en el objetivo de otra persona.—¡Aléjate de ella!Era un tono lleno de advertencia.Javier, muy confundido, no entendía qué pasaba.—Señor