"Si sigues enfadada conmigo por haberte hecho abortar y lesionarte la pierna, puedes pegarme y regañarme o hacerme la oferta que quieras, la aceptaré, pero no puedes decir divorcio." Rodrigo la miró.

Gabriela moqueó, "Te odio y te guardo rencor, pero..." Pero ella no había controlado su corazón y se había enamorado de él.

Se mordió el labio inferior, "¿De verdad no te importa que haya tenido un hombre?"

"No me importa." Rodrigo respondió.

Porque lo supo claramente.

Ella era pura.

¡Estaba limpia cuando le dio su virginidad!

"...Entonces, si tuviera el hijo de otro hombre, ¿no te importaría?" Gabriela decidió hablar.

Si lo acepta, lo acepta, y si no lo acepta, es mejor dispersarlo antes.

¡Ahórrese la molestia de enredarse!

Rodrigo no captó el significado de sus palabras y pensó que se refería al niño perdido.

Pensar en el hijo que había perdido hizo que se le hundiera el ánimo y se le apretara el corazón. "Si ese hijo tuyo estuviera aún aquí, lo querría como si fuera mío."

Gabriela se mo