Capítulo11
Silvia bajó a la cocina, preparó una sopa y subió de nuevo. Tocó con suavidad a la puerta del estudio antes de entrar. Óscar estaba recostado con aire despreocupado en su sillón, revisando concentrado unos papeles. Al ver a Silvia, frunció el ceño.

Con voz sombría le preguntó:

—¿Qué quieres?

Silvia colocó el tazón sobre el escritorio y dijo en voz baja:

—El doctor dijo que después de despertar deberías comer principalmente cosas líquidas. Preparé un poco de sopa, ¿quieres probarla?

El tazón sobre la mesa desprendía un vapor aromático, y un olor delicioso inundaba la habitación. El estómago de Óscar, algo resentido por el alcohol, pareció animarse un poco.

Pero el hombre mantuvo su expresión sombría. Apoyando la cabeza en una mano, arqueó una ceja y sonrió levemente:

—Los métodos de la señorita Reyes para agradar son bastante anticuados. Primero masajes, ahora sopa. ¿Qué? ¿Quieres acaso quedarte en los Navarro como sirvienta?

Silvia sintió que su cara ardía, pero se obligó a hablar:

—Se
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