PUNTO DE VISITA DE CAMILLE

Los guardias tuvieron problemas para dejarme entrar. Especialmente porque les había dicho que estaba visitando el Hector Menard.

Pero después de muchas bromas de ida y vuelta, la determinación del primer guardia centinela se resquebrajó y me concedió el acceso con la condición de que solo tendría un tiempo limitado dentro y que estaría bajo estricta supervisión. Acepté sus términos a pesar de saber lo sofocante que sería.

Descendimos a las criptas oscuras y mohosas.

Noté que el aire se volvía más frío con cada paso, provocando escalofríos por mi columna. Pero probablemente no era el aire frío lo que me ponía la piel de gallina. Era volver a ver a Héctor. Excepto que esta vez probablemente sabría quién era yo.

Me preguntaba qué pensaría. ¿Se arrepentiría de haberme hecho pasar por todo ese dolor? ¿Se arrepintió de su elección? ¿Le gustaría poder retroceder en el tiempo y tomar una mejor decisión?

El tenue resplandor de las antorchas se alineaba en las paredes