Al otro lado del teléfono, el esposo de Lulu, Zekeiah, respondió la llamada casi de inmediato. Su voz sonaba ansiosa cuando preguntó: “Lulu, ¿eres tú?”.

Lulu tarareó en respuesta. “Sí, soy yo”.

En el momento en que escuchó la voz de Lulu, él se llenó de alegría y espetó: “¡Lulu, es un gran alivio que estés bien! He estado intentando llamarte estos últimos dos días, pero no he podido comunicarme contigo en absoluto. ¡Estaba muy preocupado!”.

Los sentimientos de Lulu en este momento eran extremadamente complicados. Ni siquiera sabía si su esposo era un agente encubierto organizado por la Sociedad Eliminatoria Qing en su propia casa.

Naturalmente, no esperaba que esto fuera cierto, pero cuando se trataba de vida o muerte de toda la familia Acker, no se atrevía a tomarlo a la ligera. Entonces, continuó de acuerdo con las instrucciones de Charlie y dijo: “Cariño, casi te pierdes de escuchar mi voz para siempre…”.

Zekeiah exclamó: “¡¿Sucedió algo?!”.

Lulu respondió: “Hace unos días, un