Kian estaba acostado sobre su cama con lágrimas en sus ojos mientras miraba hacia afuera de su ventana en silencio. Él podía oler el fuerte hedor de su boca cada vez que respiraba, y sentía mucho asco por sí mismo.

“Kian”.

Cuando él vio la debilitada y decadente expresión en la cara de su hijo, Donald no pudo evitar sentirse afligido.

Kian no lo miró en cambio continuó con su mirada clavada en la ventana mientras se atragantaba y decía: “Papá ¿por qué no me dejas morir? Yo en verdad estoy a punto del colapso por qué tengo que hacer algo tan asqueroso cada hora del día…”.

Donald rápidamente dio un paso hacia adelante mientras tomaba la mano de su hijo y decía: “¡Mi buen hijo, siempre debes recordar que es mejor vivir que morir!”.

Kian rompió en llanto y dijo: “Pero ¿quién puede vivir de una forma tan miserable como esta? Tengo que continuar viviendo así por el resto de mi vida, preferiría morirme ahora mismo…”.

Donald se sintió muy triste y dijo seriamente: “Kian no te preocupes