Las palabras de Charlie asustaron a Finley y a Homer.

Los dos lloraban y pedían piedad al unísono, pero Charlie hizo oídos sordos a sus súplicas.

Finley se derrumbó asustado, para entonces su percepción del dolor ya se había incrementado hasta cien veces. Solo podía imaginar el dolor que sufriría si les organizaban una sesión tan especial.

Gritó rápidamente: "¡¿Por qué nos hace esto?! Aunque hayamos infringido la ley, ¡que la ley nos juzgue! ¡Según la ley de Estados Unidos, seríamos encarcelados de por vida, como mucho! ¡¿Por qué está siendo tan inhumano?!".

"¿Inhumano?". Charlie preguntó con curiosidad: "¿Qué? Cuando torturaron a esas chicas inocentes, ¿por qué no hablaron de su inhumanidad hacía ellas? Ahora que te toca sufrir a ti, ¿me hablas de humanidad? ¿Qué? ¿Acaso tú mismo posees algo de humanidad?".

Finley gritó: "¡Yo no fui quien mató a esas chicas! Solo fui responsable del plan. ¡Fueron Homer y el resto quienes las asesinaron! ¡Hay al menos docenas de pervertidos como é