Cada uno de ellos agarró un chaleco salvavidas e inmediatamente se lo puso en el cuerpo antes de comenzar a soplar a través de la válvula de inflación en su hombro.

Sin embargo, sin importar cuánto soplaran, los chalecos salvavidas en sus cuerpos permanecían iguales. Era como si una fina lámina de camiseta plástica estuviera pegada a sus cuerpos.

Justo cuando todos intercambiaban miradas entre sí, una persona maldijo con desesperación: “¡M*ldición! ¡Todos los chalecos salvavidas han sido perforados! ¡Hay fugas de aire por todas partes!”.

El líder del grupo se desesperó inmediatamente. “¡Parece como si esas bestias ya lo hubieran planeado todo esto de antemano!”.

Mientras decía eso, miró el agua embotellada y las galletas comprimidas antes de decir emocionado: “Afortunadamente, esa gente tiene un poco de conciencia. Por lo menos, nos dejaron algo de comida y agua. Puede que aún podamos volver con vida...”.

Después de hablar, tomó una botella de agua, con la intención de tomar un so