La reina, quien había recuperado el control de su cuerpo, intentó varias veces abrir los ojos, pero no podía hacerlo debido a la estimulante luz brillante.

Cuando Helena vio esto, se apresuró hacia ella y preguntó con preocupación: “Abuela, ¿cómo te sientes?”.

La reina habló con dificultad: “Helena... Yo… Yo estoy bien... Es solo que... Es solo que mis ojos no pueden adaptarse a la luz brillante por el momento...”.

Helena inmediatamente se estremeció de emoción y dijo: “Espera un momento, Abuela. ¡Iré a apagar las luces!”.

Al decir esto, Helena se levantó de inmediato y apagó todos las luces de la habitación, dejando solo las más suaves encendidas.

Fue solo entonces que la reina finalmente abrió los ojos. Inmediatamente después, su visión regresó gradualmente y entonces pudo ver claramente el rostro de Helena.

En este momento, la reina no pudo evitar estremecerse y decir: “Helena... ¡Todo ha sido culpa mía todos estos años! ¡Si hubiera sabido que Olivia era una persona tan vici