Charlie siguió a Loreen al interior de la casa.

Las residencias de familias prominentes en Punta Este eran extremadamente lujosas. Una vez uno entraba por la puerta, solo la sala de estar era casi tan grande como un pequeño salón de banquetes.

En ese momento, la sala de estar estaba muy concurrida y bulliciosa con gente y sus sonidos parlanchines. Muchas de las figuras prominentes de Punta Este se reunieron en la sala, charlando en grupos.

Lady Thomas, acompañada de su esposo, estaba hablando y riendo con varios viejos amigos de su edad.

Loreen se apresuró a decirle a Charlie: “Mi abuela está allí. Vamos a verla”.

Charlie asintió y dijo con una sonrisa: “Estamos justo a tiempo para darle a tu abuela el regalo que preparé”.

Caminaron frente a la pareja de ancianos, y Loreen los saludó con una cálida sonrisa: “Abuela, Abuelo, déjenme presentarles... ¡este es mi compañero de universidad, Charlie Wade!”.

Lady Thomas sonrió y dijo: “¡Oh, es el compañero de universidad de Loreen! ¡Bie