Cuando Duncan escuchó atentamente toda la historia de Rosalie, sintió como si un rayo hubiera golpeado su corazón, dejándolo momentáneamente sin palabras. La culpa cayó sobre él como una avalancha despiadada, inundándolo con el peso de sus pensamientos y actitudes groseras hacia ella. Cada palabra que pronunciaba resonaba en su mente, revelando una historia de sufrimiento y lucha que él jamás había imaginado. Ahora todo tenía sentido, y se dio cuenta de lo equivocado que había sido juzgarla sin saber la verdad detrás de sus actos. Duncan cerró los puños, sintiendo que la ira y el odio se infiltraban en su corazón por todos los involucrados en poner a Rosalie en esta situación desesperada. Sentía una mezcla abrumadora de emociones, pero, sobre todo, la culpa lo corroía por dentro, transformándose en una sombra que colgaba sobre sus hombros. Sin embargo, comprendió que ahora no era el momento de demostrar sus fuertes emociones. Rosalie necesitaba ayuda, no sus lamentos o culpas. Él ne
Después de la intensa conversación, el clima en la habitación se volvió momentáneamente delicado. François se levantó de la cama con gentileza, dando a Rosalie espacio para vestirse y procesar todo lo que habían conversado. Aún envuelta en la sábana, ella lo observaba, sintiendo una mezcla de sentimientos agitarse dentro de ella. Antes de que él se alejara, por un impulso que ella misma no comprendía, Rosalie se levantó y tomó su mano. Sus miradas se encontraron, y ella podía sentir la conexión entre ellos fortaleciéndose cada segundo. Sin decir una palabra, él la tiró hacia sí, envolviéndola en sus brazos grandes y fuertes como un oso acogedor. Podía sentir la fuerza de ese instante. Rosalie se rindió al abrazo, hundiéndose en su pecho, donde podía oír el latido de su corazón, ritmado y reconfortante. Ella se sentía segura, como si aquel momento de cercanía fuera un refugio de todas las tempestades que había enfrentado. Era como si estuviera en una carrera desde que llegó al hot
Con la decisión de Rosalie de confiar en François, ella sabía que necesitaba tomar medidas drásticas para proteger su empresa y su familia. Esa mañana crucial, se dirigió a la sede de la empresa con una mezcla de nerviosismo y determinación. La reunión con los directores y accionistas estaba prevista, y ella estaba preparada para enfrentar las consecuencias de sus decisiones. Al entrar en la sala de reuniones, el clima estaba tenso y lleno de expectativas. Rosalie sabía que sus palabras serían recibidas con resistencia y descontento. Ella estaba a punto de ceder algunos contratos y espacios comerciales, retirándose de la guerra instaurada por el Grupo Lecomte. La reunión sería una prueba definitiva para su liderazgo y su determinación de proteger a su familia y encontrar la verdad sobre la muerte de Duncan. Durante la reunión, varios directores se levantaron para presentar sus ideas y estrategias para responder a la provocación del Grupo Lecomte. Estaban dispuestos a luchar con toda
Rosalie ya no atendió las llamadas de ningún director, dejando que el caos reinara en Empire. Cada toque insistente del teléfono resonaba en su mente, pero se mantuvo firme en su decisión. Creía que la mejor estrategia era enfocarse en sus propios pensamientos, ignorando momentáneamente las voces discordantes que insistían en perturbarla. En medio del huracán de pensamientos, François apareció en su casa, ofreciendo un apoyo silencioso y reconfortante. Sus ojos verdes brillantes eran espejos de esperanza, y Rosalie encontró cierta paz al encontrarse con aquella mirada acogedora. Sin necesidad de muchas palabras, él transmitía confianza y comprensión, como si supiera exactamente lo que ella estaba pasando. Se aseguró de que todo saliera bien. — El asesino es parte del Grupo Empire, y esa es la única manera de presionarlo para que se revele. Después de todo, no soportará quedarse quieto mientras cree que el imperio por el que mató a Duncan se está hundiendo. Simplemente no retroceda
Rosalie se despertó esa mañana de sábado ansiosa, con el corazón latiendo un poco más rápido de lo habitual. La noche que se aproximaba prometía ser especial, pues ella tenía una cita en el Hotel Alberi. Reconocido como uno de los lugares más lujosos de toda la ciudad, el hotel tenía una diaria que valía prácticamente una pequeña fortuna. Rosalie no podía contener la expectativa, pero también sentía una leve aprensión ante la ocasión tan importante. Ella pasaría esa noche con François. Con el entusiasmo en las alturas, Rosalie fue al armario y se quitó toda su ropa para decidir cuál sería la ropa perfecta para la ocasión. Vestidos elegantes, faldas impecables y blusas sofisticadas, todos parecían buenos, pero ninguno cumplía plenamente sus expectativas. La ansiedad comenzó a mezclarse con la indecisión, y ella se vio perdida en medio de la variedad de opciones. Y ni siquiera había visto aún las joyas que usaría... En ese momento, su hija Angelika entró en el cuarto, y al notar la
Rosalie se vistió apresuradamente, aún sintiendo su corazón latir descompasado dentro del pecho. Ella se sentía como si se estuviera ahogando lentamente, ahogada por aquel descubrimiento tan doloroso. Caminando en círculos por el cuarto, la rabia y la decepción la consumían, haciéndola perder el aliento. En un estallido de furia y coraje, Rosalie cogió el teléfono y marcó el número de François. Su voz sonó del otro lado de la línea, pero ella no lo saludó, no dio espacio para explicaciones o justificaciones. Con la voz firme, ella preguntó directamente: "¿Es usted François Lecomte, CEO del Grupo Lecomte?" Su confirmación la dejó aún más sorprendida y desolada, y antes de que François intentara explicarse, ella golpeó el teléfono con el gancho con fuerza. " Ah, maldito!" Rosalie murmuró entre dientes, sintiendo la amargura mezclarse a la desesperación. Sintiéndose impotente ante todo, ella se levantó con rabia y tomó un abrigo. Al cruzar la sala, Angelika estaba acostada en el sofá v
Rosalie despertó abruptamente al sonido de las bocinas estridentes, el sonido penetrando en sus oídos como una alarma inesperada. Sus ojos se abrieron rápidamente, encontrándose inmediatamente con los rayos solares que atravesaba los vidrios del coche, pintando el interior con tonos dorados y cálidos. Ella se encontró encogida en el asiento del vehículo, una sensación de confusión que se esparcía por su mente mientras intentaba organizar sus pensamientos. Su mente era un desastre. El repentino despertar la hizo notar un desorden a sus pies: botellas de bebida vacías yacían en el suelo del coche, un recuerdo desordenado de una noche que parecía distante. Un pequeño gemido escapó de sus labios, una clara señal de la incomodidad que estaba experimentando. Acomodándose en el banco, Rosalie se frotó los ojos con la palma de la mano, tratando de disipar cualquier residuo de somnolencia persistente. "¿Dormí en este auto?" "¿O mejor dicho, me desmayé en ese coche de tanto beber?" Miró la
Duncan ha agotado todos los canales disponibles para ponerse en contacto con Rosalie. Sin embargo, cada llamada no contestada y mensaje ignorado era un recordatorio contundente del abismo que se había abierto entre ellos. Se retiró de la idea de forzar un encuentro, reconociendo que cualquier acción impulsiva solo la empujaría más lejos. Una tensión creciente lo envolvió, una sensación palpable de que el tiempo se estaba acabando y el juego estaba a punto de alcanzar su ápice. "No puedo alejarla más, pero no puedo disminuir la presión en la empresa." La estrategia que había ideado, meticulosamente planeada para presionar a su misterioso enemigo, estaba a punto de ser activada. La táctica de minar Empire con una avalancha de anuncios invasivos era como una pieza en movimiento, un movimiento audaz para debilitar la empresa que Rosalie estaba ahora luchando para usar contra él. Era una jugada arriesgada, un desafío directo a su estabilidad financiera y reputación. Los días se desarrol