En la mansión Santino, Antoni llegó apresurado a ver a su hija, Estella lo esperaba en su despacho, ella vestía de pijama holgada para tratar de disimular su embarazo frente a su padre, tal como lo hizo con su madre

la mucama ya le había avisado al capo que la señorita de la casa lo esperaba en su despacho, así que fue directo para allá, la joven Santino a pesar de ser valiente, no pudo evitar estremecerse con la llegada de su padre

— Princesa ya estoy aquí, ¿dime qué es eso tan importante que quieres decirme? — el capo tomó asiento en su cómoda silla, Estella estaba sentada justo frente a él

— Papá, mírame bien, ¿me notas algo diferente? — Antoni puso más cuidado en las facciones de su heredera

— Bueno... ahora que preguntas te ves un poco pálida, demacrada diría yo, ¿estás comiendo bien? ya sabía que no era buena idea que te quedarás sola en los Estados Unidos, seguro es que te olvidas hasta de tomar alimentos, eso no pasa cuando tú madre está contigo

— Creo que me he puesto un poc