RECOMPENSA

La brisa de la mañana pasó suavemente por el rostro de Demy. El reconfortante soplo del viento la había hecho sentir muy encantada, y miró a Gerard, que conducía el coche con atención, y no pudo evitar mostrar una suave sonrisa; se sentía la mujer más feliz del mundo.

—¿Por qué me miras? ¿Hay algo sucio en mi cara?— preguntó Gerard. Cuando Gerard giró la cabeza y miró a Demy, se encontró con sus ojos y vio que ya estaban enfocados en él.

—Sí, lo hay—, respondió ella. Demy se burló de él con una expresión alegre y descubrió que se sentía bien ser amada y cuidada por alguien.

Con una sonrisa encantadora, Gerard arqueó las cejas y dijo: —¿De verdad crees que te creo?—. Sabía que no era ese tipo de hombre descuidado y estaba orgulloso de mantener su buena apariencia perfecta en cualquier momento.

—No tienes que llevarme al trabajo, es sólo una pequeña herida superficial; puedo conducir el auto yo sola. No es gran cosa, así que no hagas mucho escándalo por eso. ¿Olvidaste que yo ¿S
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