“Espera…”.

James impidió que Tiara se fuera.

Tiara se dio la vuelta y preguntó: “¿Necesita algo más?”.

James miró a Thea a los ojos y dijo: “La contraté para que me cuidara. No es una sirvienta de los Callahan. Si necesitas que alguien lave tu ropa, búscate una sirvienta”.

“¿Qué quieres decir con eso?”. El rostro de Thea se tornó sombrío y rugió: “Dado que ella vive aquí, es nuestra sirvienta. ¿Qué hay de malo en pedirle que haga algunas tareas? Además, ¿de verdad la contrataste? No creas que no sé que ustedes dos han estado intercambiando miradas y cuchicheando todo este tiempo. ¿Me tomas por tonta, James?”.

“Ella tendrá que escucharme si quiere quedarse en esta villa. De lo contrario, es libre de irse en cualquier momento”.

James se puso de pie y dijo: “Tiara, trae mi silla de ruedas. Nos vamos”.

Con lágrimas en los ojos, Thea agarró el brazo de James y suplicó: “Es mi culpa, James. Por favor, no te vayas.

James suspiró y tomó asiento.

No dispuesta a ver a James y T