James tenía planeado regresar a las Llanuras del Sur.

Volvería a empuñar la Espada de la Justicia y reclamaría la vida de aquellos que no podían ser castigados por la ley.

Aunque necesitaba potencias como los Ocho Élites para ayudarlo, ellos ya se habían expuesto.

Mantenerlos cerca solo sería inconveniente para él.

“Entendido”.

Nadie dijo nada más.

James asintió. “Está bien, regresen inmediatamente. Los asuntos de Cansington ya no son de su incumbencia”.

“Jefe, ¿qué hay del antídoto...?”.

Dragón de las Olas miró a James con cautela.

Antes de someterse a James, él había consumido un veneno hecho por él.

Temía constantemente por su vida, preocupado de morir por ello.

James sonrió y lo tranquilizó: “Vayan a buscar a Henry. Él les dará el antídoto”.

“Entendido”. Los Ocho Élite asintieron y se voltearon para irse.

Solo James, Quincy y Blake permanecieron en la habitación.

Blake estaba sentado en el sofá con las piernas cruzadas y un puro entre los dedos. Se rio entre dientes y