Thea se acurrucó en los brazos de James y lloró desconsoladamente.

James la abrazó y la consoló con dulzura.

Cuando finalmente Thea dejó de llorar, le preguntó: “Cariño, los Callahan están prácticamente destruidos. ¿Cómo piensas sacarnos de esta y aún más, levantarnos de nuevo?”.

James respondió: “No sé cómo, pero pronto encontraré la forma, lo prometo. De momento tendrán que aguantar este calvario. No estaría mal que también aprendieran a tragarse su orgullo”.

“Mmm…”.

Thea no tenía otra opción en ese momento que confiar ciegamente en James.

James siempre se las había arreglado para salir adelante cada vez que la ayudaba en varios momentos difíciles.

Finalmente, James se puso de pie y dijo: “Bueno, tengo que salir un rato”.

“Está bien”, dijo Thea con un asentimiento de cabeza.

No preguntó por qué.

James salió de la habitación e informó a Gladys y Benjamin antes de salir de casa.

Condujo hasta la Clínica Común.

Al mismo tiempo, en la oficina del Vicedirector, en la última p