James ignoró a los monstruos fuera de la ciudad. Sabía que matarlos sería inútil, ya que aparecería una nueva oleada.

Activó la Omnisciencia Alegre y llegó a uno de los agujeros negros. Su tamaño era equivalente al de la antigua Tierra. Los monstruos seguían saliendo a toda prisa de los agujeros negros.

James se detuvo en el cielo estrellado y los observó.

Los monstruos no eran inteligentes, pero podían sentir que James era poderoso. Por lo tanto, lo evitaron y optaron por esquivarlo. Luego, siguieron cargando hacia Ciudad Taerl.

James murmuró: "Me pregunto qué habrá al otro lado".

Inmediatamente después, entró en la Omnisciencia Alegre y se acercó al agujero negro.

En cuanto se acercó, sintió una fuerza aterradora. Un escalofrío recorrió su columna vertebral y sintió deseos de retroceder al instante.

Sin embargo, no podía echarse atrás ahora que ya había llegado aquí.

James dio un paso adelante, entrando en el agujero negro.

Inmediatamente surgió una fuerza de succión que le