James había llegado a una enorme cordillera. Si estuviera en mejores condiciones y aún conservara sus Poderes del Camino, abandonar la cordillera le resultaría fácil.

Sin embargo, estaba gravemente herido y sus Poderes del Camino habían desaparecido. Aunque aún podía moverse con relativa rapidez, ya no podía cubrir años luz de distancia. Por lo tanto, le llevaría algún tiempo abandonar la cordillera.

James atravesó apresuradamente la cordillera, tratando desesperadamente de encontrar una salida. Utilizó todas las fuerzas que le quedaban, pero sus heridas empeoraron. Incapaz de soportar el dolor, cayó al suelo y escupió sangre.

No se rindió e intentó levantarse una vez más. Al levantarse, vio ante sí a un anciano.

Miró al anciano con desconcierto y le preguntó: "¿Quién eres?".

El Maestro Sin Límites se acarició la barba blanca y dijo sonriendo: "Puedes llamarme el Maestro Sin Límites".

James frunció el ceño y se quedó pensativo. No recordaba ninguna potencia llamada Maestro Sin Lí