James salió corriendo del patio en ruinas como un demente.

“¿A dónde fuiste? ¡¿A dónde diablos has podido ir?!”.

En ese momento, era como una bestia enloquecida y luchaba por formar pensamientos coherentes.

No tenía ni idea de adónde se dirigía, ni sabía dónde encontrar a Thea.

“¡Cansington! Cierto, ¡debe ser Cansington!”. La idea surgió de repente en la mente de James.

Se dirigió a toda prisa a la región militar, subió a un avión privado y se dispuso a regresar a Cansington.

Más de media hora después de que James se fuera, Maxine llegó al patio.

Sin embargo, James no aparecía por ninguna parte cuando ella llegó. Todo lo que quedaba era el patio en ruinas.

Se quedó fuera de las ruinas y sus labios se curvaron en una mueca.

Aunque sabía que James enloquecería al enterarse de que Thea se había ido, creía que solo sería temporal.

Maxine estaba segura de que James superaría su tristeza y volvería a animarse.

Solo tenía que esperar a que se recuperara de la conmoción inicial.

M