Mientras tanto, en otro alojamiento en la Ciudad Real del Nuevo Mundo.

Ofelia estaba en una habitación en el segundo piso, y estaba sentada allí con una expresión fría en su rostro. Sus ojos estaban llenos de ira. También había oído hablar de cómo su discípulo junto a Rachel habían atraído a Darryl al cráter del volcán.

Ewan se arrodilló frente a ella; su rostro estaba lleno de terror.

Todos los demás discípulos los rodearon. Todos guardaron silencio; nadie se atrevió siquiera a respirar.

La atmósfera en toda la habitación era intensa, más allá de cualquier descripción.

"Ewan, ¿cómo te atreves a mentirle a tu maestra?", Ophelia gritó mientras su cuerpo temblaba. "Primero, le tendiste una emboscada a Darryl, y luego tú y Rachel instigaron el malentendido entre Darryl y la Secta Emei. ¿Crees que puedes esconderme eso? ¡Unos cuantos discípulos de la Secta de los Mendigos habían visto lo que hiciste anoche! ¿Cómo pudiste hacer una cosa tan maligna?".

Ofelia parecía decepcionada y le