“Uno, dos, ¡tres!”.

Donoghue gritó y levantó el hacha con todas sus fuerzas, ¡pero el hacha no se movió!

“Perra, ¡será mejor que te esfuerces más!”, Donoghue pateó a Yumi. “¡En tres, y usa todas tus fuerzas! ¡Debes levantar este hacha! ¿Me escuchas, perra?”.

“Te escucho”, respondió Yumi en voz baja. Sus ojos brillaban con una mirada rencorosa.

Ella había tomado una decisión, pasara lo que pasara, ¡ella nunca dejaría que Donoghue tomara el hacha!

¡El hacha era un arma divina! Tenía que pertenecerle a Florian.

“Uno, dos, ¡tres!”, Donoghue gritó mientras intentaba enérgicamente levantar el hacha.

De repente, Yumi levantó su mano, se quitó la horquilla del cabello ¡y apuntó directamente al cuello de Donoghue!

“¡Muere!”, gritó Yumi fríamente. ¡La horquilla en su mano alcanzó el cuello de Donoghue en un abrir y cerrar de ojos!

Yumi estaba harta de todas las veces que Donoghue la había humillado; ella quería aplastarlo en pedazos, ¡pero no había tenido ninguna oportunidad d