De repente, a Kokun se le ocurrió algo. Le dio unas palmaditas en la frente y sonrió disculpándose. "Lo siento. Se me olvidó que perdiste la memoria. Sin embargo, no te preocupes. Aquí nadie te causará problemas".

"Esta mansión es mi casa. No te preocupes por vivir aquí", dijo Kokun con sinceridad. Al mismo tiempo, miró a Veron con una mirada significativa.

Sí, Kokun lo hizo a propósito.

Kokun gozaba de gran estima en la Tribu Raksasa y era muy apreciado por la reina. Sin embargo, tenía un hijo llamado Bowen, que era una fuente de preocupación para él.

Bowen había cumplido 20 años el año anterior. Según las costumbres de la Tribu Raksasa, debería haberse casado y tenido hijos antes. Por otra parte, a Bowen no le gustaban las mujeres de la Tribu Raksasa. Le parecían demasiado toscas y nada atractivas. Siempre había deseado casarse con una mujer de los Nueve Continentes.

Eso le daba dolor de cabeza a Kokun.

Se encontró con Veron, que había perdido la memoria, de camino a los Nueve