La gente del palacio estalló en carcajadas mientras las sonrisas aparecían en los rostros de todos una vez que esas palabras resonaron en el aire.El ambiente tenso se relajó en un abrir y cerrar de ojos.La sonrisa de Yvette era tan grande que casi se le abre la cara. Se volvió hacia Dax y le pidió disculpas. "Siento mucho lo que hice, Hermano Dax. Si alguien no me estuviera controlando, nunca habría hecho algo tan traicionero. Te prometo que nunca volverá a pasar algo así".Mientras hablaba, Yvette no pudo evitar mirar a su alrededor. "Todos sufrieron por mi culpa. Prepararé un banquete para compensarlos a todos".Yvette sonrió, pero su mirada todavía estaba llena de preocupación.La Región Divina se había apoderado de Darryl y ella no sabía cómo estaba él. Sin embargo, una cosa era segura: algo le había ocurrido a la raza demoníaca. Yvette lo había percibido después de recuperar el control de sus sentidos. Eso podría ser una ventaja para la Región Divina y los Nueve Continentes
El Maestro Magaera había sido gravemente herido cuando regresó a la Isla Flotante. Por eso había decidido no viajar a la Montaña Sellada del Diablo y prefirió quedarse para restaurar sus poderes."Tienes razón", le dijo la Emperatriz Heidi a Magaera, pero su pecho seguía palpitando ansiosamente.En ese momento, una serie de sonidos surgieron de la plaza, haciendo que muchos funcionarios levantaran la cabeza y miraran hacia arriba."¡Han vuelto!"."De verdad son ellos".Más de diez mil soldados de la Región Divina avanzaban a una velocidad frenética por el aire. Parecían estar completamente exhaustos y sus rostros parecían afligidos.Habían regresado.La Emperatriz Heidi se llenó de emoción al ver aquella escena. Sin embargo, cuando se dio cuenta de que el Emperador de los Nueve Cielos no estaba entre el grupo, se dio cuenta de que algo estaba mal."¡Su Majestad!".Darryl y los soldados de la Región Divina habían llegado por fin a la plaza. Todos inclinaron la cabeza y cayeron
El Maestro Magaera prefirió no mostrarlo. Su expresión permaneció completamente neutral y no intentó obtener ninguna información adicional.Al mismo tiempo, los funcionarios no pudieron evitar murmurar entre ellos."Es increíble. Mientras estaba encarcelado en la Prisión Infernal de las Sombras, Darryl Darby consiguió domar al jefe de las Cuatro Bestias Malvadas, Furia Salvaje, y sobrevivir para contarlo"."Sí, no puedo creer que las predicciones de la Piedra del Cielo Sagrado se hicieran realidad"."Es una pena lo que le pasó a Su Majestad".Aunque los murmullos resonaban en el aire, Darryl permaneció de rodillas con una expresión indiferente ante los sonidos.Todo había llegado a su fin en la Región Divina.Por fin podía regresar a los Nueve Continentes y reunirse con su familia. Títulos, estatus, recompensas... Nada de eso importaba mientras pudiera volver a ver con su familia."Tú...".Darryl estaba a punto de despedirse cuando la Emperatriz Heidi lo señaló con el dedo y r
La expresión de Darryl en la Prisión del Cielo no era más que amarga mientras dejaba escapar un largo suspiro, lo que resonó en toda la prisión.La Emperatriz Heidi lo había arrojado a la prisión justo cuando él pensaba que había resuelto el último de sus problemas al acabar con la raza demoníaca.¿Acaso ese era su destino?En vez de eso, debería dedicar su tiempo a cultivar y restaurar su alma de hada.Darryl cerró los ojos como si acabara de tener una revelación. La fuerza innata que le había transmitido la Emperatriz Nuwa era algo que había empezado a cultivar y reconocer. Cuando huyó de la Prisión Infernal de las Sombras y viajó directamente a la Isla Flotante antes de dirigirse a la Montaña Sellada del Diablo, Darryl no había podido dedicar el tiempo necesario para cultivar su poder adecuadamente.Aunque estaba cautivo, disponía de un lugar tranquilo para cultivar.¡El paso del tiempo pareció suceder en un abrir y cerrar de ojos!La noche llegó rápidamente después de eso.
Justo entonces, en la otra corte del Palacio Imperial del Cielo.Esa otra corte no era tan lujosa como el País de las Hadas de Jade, pero irradiaba elegancia y belleza.La Emperatriz Heidi estaba sentada en un pabellón de la corte, contemplando la vista con una expresión de desolación extrema.El Emperador de los Nueve Cielos se había ido. ¿De qué servía una hermosa vista si no había nadie con quien disfrutarla?“¡Su Majestad!”.Justo en ese momento, una figura se acercó lentamente. Tenía puesto una armadura dorada e irradiaba autoridad. Era el Maestro Magaera.Cuando el Maestro Magaera se acercó, la Emperatriz Heidi le hizo un gesto a su sirviente a su lado para que se retirara.El Maestro Magaera hizo una profunda reverencia. “Siento molestarla, Su Majestad”. Mientras hablaba, no pudo evitar mirar a la Emperatriz Heidi de arriba hacia abajo.Debido al fallecimiento del Emperador de los Nueve Cielos, la Emperatriz Heidi se había cambiado sus mejores túnicas por un vestido larg
Así que la Emperatriz había metido a Darryl en prisión no solo para descargar su ira, sino que también lo había hecho pensando en el futuro del Príncipe Auten.Sin embargo, el Emperador de los Nueve Cielos había declarado que el Príncipe Aurin era el siguiente en la línea de sucesión al trono. ¿Cómo cambiaría eso la Emperatriz Heidi?El Maestro Magaera tomó un profundo respiro y le dijo lo que pensaba.“¡Magaera!”.La Emperatriz Heidi se mordió el labio y dijo en voz baja: “Soy muy consciente de ello. Por eso voy a necesitar tu ayuda”.“¿Yo?”. Magaera se detuvo en seco, ligeramente confundido. “¿En qué puedo ayudarle?”.La Emperatriz Heidi sonrió ligeramente. “Eres una de las personas más poderosas de la Región Divina y la mano derecha del difunto Emperador. Si apoyas a Auten, nadie se atreverá a tomar represalias contra tu decisión”.La Emperatriz Heidi levantó su vista para mirar fijamente al Maestro Magaera.El pecho del Maestro Magaera se agitó ligeramente. Al mismo tiempo,
“Auten, ¿qué haces aquí?”. La Emperatriz Heidi se aclaró la garganta y reorganizó sus pensamientos antes de hablar: “¿Por qué no estás cultivando en el País de las Hadas de Jade?”.“Padre ha muerto. ¿Cómo podría estar de humor para cultivar?”. El Príncipe Auten habló en un tono lleno de dolor antes de volverse para consolar a la Emperatriz Heidi. “No estés muy triste tampoco, Madre”.La Emperatriz Heidi esbozó una sonrisa de dolor. “Me alegro de que hayas venido a verme tan pronto”.Mientras hablaba, la Emperatriz Heidi le lanzó una mirada al Maestro Magaera a su lado antes de decir: “Hay algo de lo que tengo que hablarte, Auten. Es algo muy importante”.“¿De qué se trata?”. El Príncipe Auten se sobresaltó, tomado por sorpresa.La Emperatriz Heidi exhaló suavemente y sus exquisitos rasgos se endurecieron en una expresión solemne. “Tu padre ya no está aquí, pero la Región Divina no puede estar sin un gobernante por mucho más tiempo. ¿Te gustaría ocupar su lugar y convertirte en el
La expresión del Príncipe Auten se ensombreció mientras su ira burbujeaba en su pecho.‘M*erda, ¿acaso estos funcionarios creen que Aurin es mejor que yo?’.“¡No te preocupes!”.Cuando el Maestro Magaera se dio cuenta de su expresión, dijo en voz baja: “Yo me encargo”.El Maestro Magaera dio un paso adelante, irradiando poder y autoridad. “¿Por qué murmuran entre ustedes? ¿Alguien tiene alguna objeción? Si nadie se opone, entonces está decidido”.Su voz no era alta, pero se mantuvo firme y no dejó lugar a represalias.Mientras la última palabra resonaba en el aire, el Maestro Magaera tomó una espada dorada y se la entregó al Príncipe Auten. La espada estaba bellamente elaborada; era la Espada del Trueno Huracanado del difunto Emperador de los Nueve Cielos.La espada le había pertenecido al Emperador de los Nueve Cielos. Él se la quería pasar al Príncipe Auten, por lo que implicaba que el trono también había pasado a sus manos.Los funcionarios en la habitación intercambiaron mi