Dado que los niños todavía parecían estar en un estado de incredulidad, Kendall sonrió mientras asentía. “Por supuesto que no los estoy engañando. Los elegí a todos. Los dejaré unirse a mi secta tan pronto como estén de acuerdo”.

Kendall sacó una pequeña botella de porcelana llena de píldoras de color verde esmeralda. “¿Ven estas píldoras? Las hice para todos los miembros nuevos. Se volverán cultivadores en el momento en que las consuman”.

Ella no pudo ocultar la maldad en su sonrisa mientras hablaba.

Eran las Píldoras Chupaalmas de los Cinco Venenos, los tesoros preciados de la Secta de los Cinco Venenos. Eran mortalmente venenosas, hechas de ochenta y un insectos diferentes. Cualquiera que tomara la píldora perdería el control y se volvería completamente loca.

El plan de Kendall era simple. Ella alimentaría a los niños con las Píldoras Chupaalmas de los Cinco Venenos y se los enviaría a Skylar. Una vez que él absorbiera sus espíritus, el veneno ya entraría en su cuerpo. Eso arrui