“¡Tú! ¡Muere!”. El rostro de Quincy se puso rojo como una remolacha cuando escuchó esas palabras. Estaba indescriptiblemente avergonzada y furiosa. Sin dudarlo, balanceó su espada hacia Ambrose y la hoja rasgó el aire con una fuerza abrumadora.

‘¡Se ha vuelto loca!’. Ambrose no entró en pánico. Invocó su Martillo del Tirano y le hizo frente. Al segundo siguiente, los dos chocaron en el aire. Se escuchó un grito ahogado mientras Ambrose volaba diez metros hacia atrás antes de aterrizar lastimosamente en el suelo. Se había abierto un corte en su hombro y estaba sangrando profusamente.

Se levantó con firmeza, ignoró su dolor y miró a Quincy conmocionado. ‘¿Cómo se volvió tan fuerte en estos tres años?’.

Dax y Chester también se sorprendieron. Ambrose había estado entrenando muy duro esos pocos años y su poder no era como antes, especialmente con el Martillo del Tirano en su posesión. Se podría decir que era casi incomparable con la totalidad de los Nueve Continentes. Así que ¿cómo pudo