Lydia no podía ocultar su miedo; sus labios temblaron. “Papá, ¿qué debemos hacer?”.

Leroy se llenó de amargura. No sabía cómo responderle a su hija. Ya no podían volver para atrás.

‘¿Es este el plan de Dios? ¿Está Dios tratando de destruirme? ¡Esto es tan injusto! ¡Muy injusto!’.

¡Dax y Chester también los habían alcanzado! Cuando se dieron cuenta de que estaban en un acantilado, Dax apretó su puño y dijo: “¡Leroy Henderson, es hora de que mueras!”. ¡Él se le acercó con el hacha gigante en su mano!

Chester no dijo nada, sin embargo, ¡sus ojos también lucían asesinos!

“Parece que una pelea está comenzando justo cuando llegué. Qué interesante”.

Una voz descarada resonó cerca. Sonaba muy seductora, y cualquier hombre que lo escuchara no sería capaz de controlarse.

La voz había hablado tan repentinamente, que los dos hermanos se sorprendieron al escucharla. Ellos miraron hacia la dirección de la voz.

Unas cuantas personas caminaban por la carretera de la montaña cercana, y una de e