CAPÍTULO 12

Gracias a Dios puedo volver a la oficina porque es de no creer la cantidad de trabajo que tengo por hacer. Consigo terminar de trabajar a las 8PM. Me mantengo esperando un taxi durante la última hora, pero decido caminar ya que no puedo conseguir una bendita movilidad que quiera pasar.

Estoy caminando por la calle cuando siento que alguien me sigue, pero cada vez que doy la vuelta no veo a nadie detrás de mí y, estoy segura, no estoy paranoica. Cuando siento algo siempre tengo razón. Creo que es un don divino, pero ese no es el problema ahora mismo. ¿Quién diablos me está siguiendo y por qué cada vez que doy la vuelta, no veo a nadie? Decido aumentar mis pasos y caminar más rápido. Un elegante coche negro se detiene frente a mí. Como está oscuro, no puedo ver quién está dentro del vehículo.

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