—Ese día quedó grabado en mi memoria como una cicatriz, una que arde cada vez que lo recuerdo—Mercy escupió con desprecio—. ¡Le haré sentir el mismo dolor que me causó!Ryan se secó la sangre que le corría por la boca mientras Roan sentía un nudo en la garganta. Su amigo se estaba consumiendo por el odio y la venganza.(...)La casa de Mercy era vieja y casi se caía a pedazos. Solo el silencio la acompañaba.—¡Qué bueno que llegaste, mi amor!—Evan se acomodó en la cama, fingiendo que la había estado esperando. Se recostó de lado, apoyando su cabeza con una mano.Abbey rodó los ojos.—¿Qué haces en mi habitación?Evan respondió sin titubear.—Pues, lo que hacen las parejas. Dormir juntos. No preguntes lo evidente, vaya.Abbey soltó un suspiro y negó con la cabeza mientras ordenaba algunas cosas de su cuarto.Se acostó rápidamente para dormir temprano.Minutos después, volvió a suspirar con irritación cuando su prometido empezó a protestar sin parar a su lado y a moverse como una lombri
Evan se esforzaba por prestar atención a las palabras de uno de los inversionistas, que le hablaba con entusiasmo de un proyecto a largo plazo. Sostenía una copa de champán en las manos, pero no había probado ni un sorbo. El edificio estaba atestado de gente, vestida con trajes elegantes y joyas ostentosas. Era una fiesta empresarial, y Evan tenía que estar allí, sonriendo y asintiendo, como si le importara algo más que su trabajo.Pero en el fondo de su mente, solo había una persona que ocupaba sus pensamientos. Su prometida, la mujer que amaba con todo su corazón, y que lo esperaba en casa. Ella era su razón de vivir, su motivación para triunfar en todos los aspectos de la vida. Quería darle lo mejor, protegerla y hacerla feliz.Abrió la boca para decir algo, pero su celular vibró en su bolsillo. Se disculpó con una leve reverencia y se alejó del grupo de empresarios. Sacó el teléfono y vio el mensaje de su prometida. Su rostro se iluminó con una sonrisa bobalicona."Te extraño much
Evan estaba harto del tráfico. Llevaba media hora atrapado en el mismo lugar, sin poder avanzar más que unos pocos metros. Miraba con frustración el reloj de su celular, que marcaba que ya era muy tarde en la noche. Quería llegar a la casa de Mercy, donde lo esperaba su prometida Abbey, la mujer de su vida. Pero ella tampoco le había enviado ningún mensaje ni llamada desde hace unas horas, y él se preguntaba si estaría bien.Stephen, su mayordomo y ahora chófer, mientras Robert se recuperaba, lo observaba por el retrovisor con una expresión divertida. Conocía a Evan desde que era un niño, y sabía lo mucho que lo había cambiado el amor. Antes, Evan era un joven CEO frío y calculador, que solo se preocupaba por su trabajo y su dinero. Ahora, era un hombre enamorado, que solo se preocupaba por su prometida y su felicidad.—¿Por qué no la llama entonces? —le sugirió Stephen, con una sonrisa burlona.Evan lo miró con fastidio.—No quiero molestarla —mintió—. Tal vez esté ocupada con algo.
Evan extendió una mano en un gesto de súplica, tratando de calmar a Mercy. Su voz temblaba por el miedo y la angustia. —Mercy, por favor, déjala ir. Podemos hablarlo, podemos solucionarlo. No sé qué te ha pasado, pero…Mercy lo interrumpió con un rugido furioso. —¡Cállate! ¡Cállate de una vez! No quiero oír tus mentiras, tus excusas. Solo quiero que escuches lo que te voy a decir. ¿Sabes por qué estoy haciendo esto? ¿Sabes por qué he secuestrado a tu novia y la tengo a punta de espada? Te lo voy a contar, Evan. Te voy a contar lo que hicieron tú y tu padre.INICIO DE FLASHBACKMercy se asomó por la rendija de la puerta, con el ceño fruncido y el labio inferior mordido. No entendía lo que estaba pasando. ¿Por qué su padre estaba de rodillas en el suelo, frente a unos extraños vestidos de traje? ¿Por qué lloraba y suplicaba con voz quebrada?Había estado jugando tranquilamente en la oficina de su padre, como solía hacer cuando él tenía reuniones, cuando unos alaridos le helaron la sangr
A través de la pantalla de su celular, Evan vio con asombro cómo su prometida se enfrentaba al peligro. Abbey estaba secuestrada y atada a una silla, pero no se rendía ante su captor. Ella le transmitía confianza y amor con su mirada, que le impulsaba a actuar. Se dio un golpe en la cara, tan duro que Abbey se estremeció al verlo.La mejilla le quedó ardiendo y roja, un constante recordatorio para poner los pies en la tierra y solucionar el problema. No serviría de nada si se quedaba en el asiento trasero del auto, mirando la videollamada y no intentando rescatar a su amada ¿Verdad? No le sirve de nada llorar y sentarse sobre su trasero.—Eres la mejor, mi amor, tonta—Evan se lamió el labio que le dolía, para luego limpiarse la poca sangre que había salido—. Ya estoy llegando. Resiste un poco más.Abbey le devolvió una sonrisa dulce. No le preocupaba el corte que sangraba en su cuello, ni el dolor que le invadía. Solo quería abrazar a su futuro esposo, aunque fuera lo último que hicie
Mercy inhaló profundamente y deslizó su espada por la pared, junto al viejo armario.—Aún no he acabado con mi venganza, ¿lo sabes, verdad?La sonrisa maliciosa de Mercy se ensanchó al imaginar el miedo que debía de sentir Abbey dentro del armario. La pobre intentaba controlar su respiración y sus temblores, pero Mercy podía oírla perfectamente.—Quiero que Evan sufra el infierno, y para eso te necesito a ti. Eres lo único que le importa.Mercy se compadeció brevemente de él. Estaba tan perdido que no se daba cuenta de su locura.—Así que si te destrozo, mi venganza será completa.Suspiró con impaciencia cuando el armario permaneció en silencio. Parecía que nada de lo que decía iba a hacer que Abbey saliera de su escondite ridículo, así que se decidió a abrir el armario y acabar con su venganza de una vez por todas.Ya estaba harto de tanta quietud.—Cuando mueras, no me culpes a mí. Culpa a tu novio.Al abrir el armario de golpe, una escoba vieja se desplomó sobre el suelo. Mercy se
—¿Qué?—Mercy miró con asco a Evan—. ¿Acaso no tienes orgullo? ¿Por qué no te defiendes?Evan escupió sangre al suelo—. ¿Qué te crees? ¿Qué me has hecho algo? ¿Eso es lo mejor que puedes hacer?—se burló con una sonrisa maliciosa al ver el desconcierto en el rostro de su rival y se pasó la mano por la mejilla, donde había sentido el impacto de la espada de madera—. La fuerza insignificante de un mocoso asustado no me hará ni cosquillas.Mercy apretó los dientes, sintiendo la punzada de la ira.—Seguro que tu padre es tan patético como tú…—Evan siguió provocando y se deleitó con el dolor que reflejaba la cara de Mercy—. O peor.Sin previo aviso, retrocedió al sentir otro golpe de un furioso Mercy. Mercy le asestó golpe tras golpe en las costillas, con mucha más potencia que antes. ¡Qué se había creído ese idiota! ¡Qué su padre era débil! ¡Qué él era débil!—¡No vuelvas a mencionar a mi padre!—otro golpe con la espada de madera en la nariz—. ¡No tienes ni puta idea de nada!—Mercy lo atac
Evan abrió los ojos con dificultad y vio un techo desconocido. Todo su cuerpo le dolía, como si hubiera sido golpeado por un tren. Se llevó una mano a la cara y notó que tenía cortes y vendas. Su cabeza también estaba envuelta en un vendaje que le cubría la frente y las sienes.—¿Qué...?Una cara sonriente se inclinó sobre él.—¡Evan!—La voz de Abbey sonó aliviada—. ¡Qué bueno que despertaste!Evan intentó mover el otro brazo y se dio cuenta de que también estaba vendado.—¿Abbey? ¿Qué me pasó? ¿Dónde estoy?—Estás en tu habitación, Evan—ella le apretó las manos con cuidado—. Has dormido por un día entero. ¿Cómo te encuentras? ¿Cómo te sientes?Entonces, los recuerdos le asaltaron. Quiso incorporarse de golpe.—Eh, tranquilo, no te levantes...—Abbey—Evan la miró con angustia—. ¿Qué hay de Mercy? ¿Qué ocurrió? Solo recuerdo que después de abrazarlos, todo se puso negro y nada más.—Sí—Abbey le sonrió con ternura—. Te desvaneciste justo después de ese abrazo. Te cuento, lo que pasó fue.