Él era un súper novio…

No, él era un súper marido.

Zachary me llevó a las partes más profundas del mar. Pastor Uno y Pastor Dos nadaron a mi alrededor. Yo no era una buena nadadora y no me atrevía a soltarme de él.

Zachary instruyó suavemente: “Suéltame”.

Estaba nerviosa. “Nop, ¡no voy a soltarme de ti!”.

“Tranquila, tranquila. Estoy aquí”.

Le pregunté con preocupación: “¿Se han recuperado tus heridas?”.

“Sí. Suéltame y te enseñaré a nadar”.

Solté mis brazos del cuello de Zachary, pero no me hundí en el mar. Él me sostuvo por la cintura y dijo: “Balancéate en la superficie”.

Floté en la superficie porque su palma me sostenía por la cintura y eso evitó que me hundiera.

“Bel, patea con las piernas para moverte hacia adelante”.

Entendí el concepto.

Sin embargo, no me moví después de patear.

Solo sabía hacer brazadas de perrito.

Cuando Zachary vio que no me movía, me instruyó con paciencia: “Está bien, no te pongas nerviosa. Mueve tus brazos hacia afuera y patea más fuerte.