“¿Cómo es posible?”.

¡¿Por qué gritaría eso aleatoriamente mientras dormía?!

Pregunté ansiosa: “¿Dije algo más?”.

“Gritaste el nombre Caesar”.

Caesar era el nombre de mi perro, el que crie cuando era joven.

Nunca le hablé del sueño que tuve el día anterior. Solamente expliqué: “Caesar es un perro que tuve en el pasado”.

Él respondió con un canturreo antes de responder: “Señorita, ¿usted dibujó el patrón de flores cerca de sus ojos? De hecho, puedes levantar un poco la cola”.

Su comentario me intrigó: “¿Sabes de maquillaje? ¿Cómo?”.

“Si levanta un poco la punta, mejorará su complexión. Sin embargo, no se exceda. Solo una línea sutil es suficiente. Tal maquillaje se adapta a su belleza”, dijo el hombre y se detuvo.

Él tomó un sorbo de té antes de continuar: “Solía ser maquillador, pero solo trabajé durante un año. También trabajé como chef, conductor y estudié psicología. Se puede decir que pasé por muchas cosas en mi vida”.

Pregunté la parte que me llamó la atención: “¿Estudia