Zachary no me detuvo.

Él rara vez rechazaba mis solicitudes. La mayoría del tiempo, él simplemente me miraba en silencio y me dejaba hacer lo que quisiera.

Su pecho cubierto de cicatrices apareció en mi visión. En las mañanas, yo era demasiado tímida como para mirarlo directamente, así que nunca podía verlo con claridad.

Había muchas cicatrices en el cuerpo de Zachary. Algunas eran más profundas, otras ya no eran tan visibles. Las menos visibles eran desde mucho antes, mientras que aquellas más profundas deberían ser sus cicatrices recientes.

La cicatriz más profunda que tenía estaba en su abdomen. Corría a lo largo de toda su línea de sirena, sus abdominales en V. Acaricié su cicatriz. La toqué ligeramente y pude sentirla ásperamente bajo las yemas de mis dedos. Me sentí impotente y pregunté con tristeza: "Segundo hermano, ¿no te duele?".

Él dijo: "Ya estoy acostumbrado".

'Acostumbrado'.

¡Qué palabras tan aterradoras!

Lloré. "Pero, sigue doliendo...".

Zachary se percató de mi