Capítulo 59
Estar en capacidad de comunicarse con Daniel y conmigo ya era algo que considerábamos afortunado.

—¿Y entonces? —le pregunté.

—¿Cómo les voy a mostrar a mis compañeras todos los lindos dibujos que hizo mamá? —respondió Sofía con un puchero, muy desanimada. Quería presumir pero no podía hablar.

—¿Y si escribimos en el libro que estos dibujos los hizo mamá? —sugerí tratando de ayudar.

—¡Pero no sé leer, y ellas tampoco! —exclamó Sofía, aún más cerca del llanto. Me quedé sin palabras porque tenía razón. Los jardines de infantes generalmente no enseñan a leer todavía.

—¿Qué tal si le preguntamos a papá si tiene alguna idea? —propuse, buscando otra solución.

—Bueno... —respondió Sofía sin mucho ánimo, aparentemente sin grandes expectativas. Se arrastró desganada hasta la puerta del dormitorio y tocó.

—Adelante —respondió Daniel con voz seria, como un jefe estricto. Miré a Sofía preocupada.

Ella empujó la puerta sin energía, se acercó a Daniel y le explicó su dilema. Después de reflexionar u
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