LEANA

Juego con las manos de mis dedos sin saber exactamente qué hacer con el hombre que tengo al frente. Había deseado este momento desde que despertó y ahora que tengo sus ojos grises mirándome como antes, no sé qué hacer o que decir, parece que no me reconozco a mí misma.

Tengo tanto miedo de lo que pueda decir ¿y si viene a tratarme mal? ¿A decirme que no soy nada para el? ¿ A decirme que me odia y que soy lo peor que le ha pasado en la vida?

Pienso y mis propias conjeturas que me destrozan el corazón.

—¿Podemos hablar?

El tono que emplea no parece ser agresivo y aun indecisa, sostengo la puerta la cual aprieto totalmente nerviosa.

Siento que mis piernas fallan cuando su mirada sigue puesta en mi y santo Dios, se humecta los labios sin dejar de mirarme.

—Leana te lo pido por favor.

Papá aparecer detrás de él, lo que me dice que el lo trajo hasta aquí.

—Hija ¿quien es?

Aparece mamá que complica las cosas porque pone el grito en el cielo cuando ve al padre de mi hi