NINA

Se escucha el sonido de las olas mientras el sol es tragado por el mar y sus besos recorren mi espalda en tanto abre mis piernas dejando su erección contra mis nalgas.

La piel se me eriza y aprieto la arena invadida de deseo al sentir su glande pasearse por mis pliegues húmedos en busca de la entrada a mi sexo. Los latidos del corazón se me aceleran cuando mi cuerpo experimenta esa rica sensación al saber que me van a comer y suelto un gemido placentero cuando entierra sus dientes como un salvaje en mi hombro.

Pasea su glande por mi intimidad aumentando mi desespero por tenerlo adentro.

—Basta Greco por favor—le digo—lo quiero dentro de mi.

—No soy Greco.

—Quien entonces.

—Tu lobo—mas me remuevo queriéndolo adentro

—Hazme tuya.

—Estas segura—su voz desencadena una ola de calor que recorre mi cuerpo entero—Una cosa es jugar con un demonio, otra muy distinta con el diablo porque cuando este te marca, eres suya para siempre.

Me asusta sus palabras cuando me empala y el agua nos empa