248.  MAMÁ

Giró hacia su amigo, percatándose de que se había quedado en silencio, a pesar de ser abogado. Observaba cómo María Graciela lo miraba nerviosa y con una sonrisa tímida, esperando escuchar su opinión. Ante sus ojos, había dejado de ser la vieja señora desaliñada para convertirse en una joven señorita muy bella.

—Está muy hermosa, señorita María Graciela, y su cabello es… es realmente espectacular —tartamudeó Oliver, visiblemente impresionado.

—Gracias, muchas gracias, no es para tanto —dijo María Graciela, sintiendo cómo los colores le subían al rostro, haciéndola parecer más hermosa y llena de vida.

—¡Tía, eres linda… linda…! —exclamaron los niños, mirándola realmente sorprendidos. Era la primera vez que la veían así de arreglada.
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