—Sí, en caso de que me pidas que te devuelva el dinero más tarde... —lo dijo a propósito para provocar a Bosco, porque los dos ya se habían divorciado, no debía haber más implicación financiera.Si se lo explicaba bien, quizá tendría que perder mucho tiempo.Con su naturaleza orgullosa, estaba seguro de que se burlaría de ella y le retiraría la tarjeta.Bosco estaba tan enfadado como ella esperaba, un malhumor se extendía bajo sus ojos mientras la miraba fijamente a la cara, bajó la cabeza y besó sus labios rojos profundamente.Cecilia no esperaba que la besara, sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa, y cuando reaccionó para forcejear, el hombre ya le había abierto sus labios a la fuerza, invadiendo su boca.El beso llegó muy dominante, pero también terminó rápido.Bosco la soltó, su mirada rozó sus labios que estaban un poco rojos e hinchados por el beso, —Puedes utilizar la tarjeta que quieras sin preocuparte de que te moleste.Cecilia tembló de rabia, el dinero había sid
Tras aquel fuerte golpe contra la pared, todo el pasillo se sumió en el silencio, Alejandro no había emitido ni un solo sonido más que aquel grito de dolor, y su cabeza casi se encogió en su pecho cuando se encontró con los escalofriantes ojos del hombre.—Parece que no tienes buena memoria, tío, por eso no recuerdas mis palabras.Llegó Bosco.Aquel rostro joven y apuesto estaba lleno de melancolía e indiferencia, mientras caminaba lentamente hacia Alejandro, que yacía en el suelo, incapaz de levantarse del suelo.Alejandro se encogió hacia atrás, —Bosco, al menos soy el padre de Cecilia, aunque ahora estén divorciados, soy un mayor…—Ya te advertí que no la molestaras aquel día que fuiste al Grupo Borja a armar lío, ¿qué me prometiste entonces? —Bosco se acuclilló frente a él—. Dijiste que mientras no te dejara devolver ese dinero, no volverías a aparecer frente a ella en tu vida.Cecilia no sabía que Alejandro había ido al Grupo Borja a armar lío. —¿Cuándo fue al Grupo Borja?—Hace c
La persona frente a ella era... ¿Miguel?Las cosas en la mano de Cecilia cayeron al suelo cuando él chocó con ella, y su teléfono móvil se estrelló contra el suelo.La voz de Criz salió claramente del auricular: —Esta tarde vamos a tener una reunión para discutir el diseño del edificio Luna, así que si no puedes venir, tenemos una videoconferencia.Miguel miró los que estaban esparcidos por el suelo, era del diseño sobre MultiCiudad, y sonrió apenado. —Estás muy ocupada.Los restauradores de clase A y los de clase B trabajaban en dos áreas de oficinas separadas. Y Cecilia siempre estaba en su zona, si no se topaba con Miguel hoy, se iba a olvidar de este hombre que le había puesto las cosas difíciles el primer día de su empleo.—Bueno, estás más ocupado tú.Escuchando a su colega, Miguel había hecho horas extras casi todos los días sólo para que le ascendieran a clase A. Aunque solo había una diferencia de un grado entre A y B, el sueldo era muy diferente.Miguel la miró con odio y se
Mientras no fuera un tonto, no debería prestar dinero a Alejandro.Ayer Alejandro mencionó la herencia de su madre, y como resultado, hoy vinieron dos hombres a pedirla que devolviera el dinero. Cecilia entendió lo que pasó y recogió la tarjeta de visita, y quiso saber qué empresa había prestado directamente 20,000,000 dólares sin siquiera investigar la identidad y los antecedentes del prestatario.Obviamente, era un truco para sacarle la herencia de su madre.Alejandro estaba tan ansioso por conseguir esta herencia que no quiso esperar un momento más.—No nos importa Alejandro, pero tú eres señora Borja, aunque estás divorciada del señor Borja, que es tan rico, es imposible que viera como su exmujer es obligada a morir por los cobradores de deudas, ¿no?Cecilia se negó fríamente, —no tengo el dinero para ayudarle, ni tengo la obligación, pues, mátalo si Alejandro no te devuelve el dinero.—Si no tienes dinero, entonces tendremos que llamar a su exmarido, a su suegra y a sus tíos.Esta
Cecilia no dijo nada, porque para Bosco, salvarla no era algo que estuviera dentro de sus obligaciones, y no podía enfadarse y disgustarse con Bosco si ahora se arrepentía.Si ella hiciera eso, sería realmente una ingrata.Cecilia aún tenía en la mano un bastoncillo de algodón humedecido en yodóforo, pero el hombre ya había retirado la mano, negándose claramente a que ella lo medicara.Se puso severo Bosco, con el silencio que se extendía por la habitación, frunció los labios y dijo frío: —di algo.Cecilia tiró el hisopo a la papelera: —gracias de todos modos.El hombre se apoyó en el sofá, escuchando su agradecimiento poco sincero, surgió la ira, —¿no me invitas una cena? ¡Qué agradecimiento sincero!Cecilia apretó los dientes y dijo, —Entonces, ¿qué quieres comer? Voy a hacer una reserva.Bosco la miró, con arrogancia: —¿me falta la comida?«No, te falta el celebro.»Cecilia respiró hondo: —entonces, lo siento.Justo cuando Bosco se preguntaba qué quería decir con eso, continuó ella:
Javier, que había sido muy respetuoso con Cecilia durante este tiempo, en este momento, contestó duro, —soy un asistente de trabajo, no estoy a cargo de los asuntos de su vida. Además, el señor Borja está lesionado por tu culpa. Bueno, todavía tengo trabajo que hacer, así que me iré.Dijo Javier y se fue en el coche de Bosco.El coche pasó a toda velocidad delante de los dos, Bosco miró a Cecilia con expresión pálida, —has cabreado a mi chófer.Levantó la mano, enseñándole la herida horrible, que la sangre estaba goteando por la punta de sus dedos hasta el suelo.Con las impactantes heridas, podía imaginarse que aquel hombre le golpeó a Bosco con mucha fuerza.Si Bosco y su guardaespaldas no hubieran acudido, habría sufrido ese dolor ella.Llegó el taxi que Cecilia había pedido, abrió la puerta y subió, y Bosco la siguió, ella le lanzó una mirada, pero no se negó.Al llegar a casa, Cecilia sacó un bastoncillo de algodón y lo mojó en yodóforo para limpiarle la herida. Había querido llev
Bosco frunció los labios, levantó la mano sobre la cintura de Cecilia, la sostuvo con un poco de distancia, sin llegar a tocarla.Le costó a Cecilia desabrochar el botón superior del cuello no, mientras estaba totalmente concentrada en esto, no se dio cuenta de lo que hizo él. Las dos sombras proyectadas en el suelo se acercaban cada vez más.La camisa se desabrochaba, su pecho desnudo entraba en contacto con el aire frío de la mañana, los nudos en la garganta de Bosco se revolvían un poco más rápido, y aunque hacía lo posible por reprimirlos, su respiración entrecortada delataba lo que pasaba en ese momento.Especialmente cuando Cecilia desabrochó el botón en el vientre, a pesar de estar separados por pantalones, Cecilia seguía sintiendo la temperatura ardiente de sus entrepiernas.Se puso roja de vergüenza al instante, como si hubiera tocado el fuego, retrocedió ferozmente: —quítatelo tú.Ya se había desabrochado los botones, no le quedaba nada con lo que ayudar.Bosco miró su espald
Bosco tenía la mano derecha lesionada, pero pidió los platos que necesitaba cortar con la mano.Aunque Cecilia no miró a Bosco, podía sentir las miradas excitadas de la gente a su alrededor, apretó los dientes y se acercó al oído de Bosco y preguntó: —¿estás enfermo?Bosco levantó la mano para que ella pudiera ver más claramente la gasa que envolvía su mano; —claro, si no, ¿por qué estoy aquí?Fue un alboroto, y Criz, que estaba en el despacho, también se sobresaltó, o mejor dicho, fue llamado directamente por su secretaria.Mirando a los dos, que parecían una pareja perfecta, Criz se acercó.—Señor Borja, tenemos una reunión dentro de media hora, es posible que Cecilia no pueda atenderle para la comida —en cuanto se acercó, vio la gasa que envolvía la mano de Bosco, los que una vez pudieron ser amigos, aún sabían bastante del carácter del otro—. Si no te importa, puedo hacer que mi secretaria te ayude.Bosco se rio, —¿De verdad? Acaba de decir que es una hora, ¿he oído mal?Los dos ho