El cigarrillo del Bosco había le quemaba la piel, pero aplastó la colilla en el cenicero calmamente y replicó: —Lo sé.Cecilia lo miró, sin descifrar su mentira. Pero su mirada se burlaba de él.La cena terminó en un tono incómodo.Después de cenar, Francisco les invitó a su casa.Cecilia le negó: —Hoy he tenido un día muy ajetreado y me gustaría volver al hotel a descansar primero. Volveré a visitaros mañana después de visitar al cementerio de mi abuelo.Marina no quería que se fuera así. Le preocupaba que Cecilia fuera difícil de encontrar cuando volviera directamente a Capital Imperial tras su visita al cementerio.Tenía que encontrar a Cecilia para resolver el problema del trabajo de Rubén.Marina inmediatamente agarró a Cecilia del brazo y tiró de ella hacia el carro, diciendo seriamente: —Sois mi familia, ¿cómo voy a dejar que os alojéis en un hotel? Mi casa no es grande, pero aún puedo prepararos dos habitaciones. Y mañana, tu tío te llevará al cementerio de tu abuelo.—No os mo
Bosco salió de la ducha e inmediatamente cambió de actitud al ver a Criz tumbado en la cama: —¿Qué haces aquí?Criz estaba leyendo un libro y contestó sin levantar la vista: —Ella no quiere acostarse contigo.—No quiero dormir en la misma cama contigo. Si insistes en quedarte en esta habitación, bájate y duerme en el suelo.En ese momento, Criz apartó la mirada del libro. Miró a Bosco, se tumbó frente a él y cerró los ojos.Bosco no podía dormirse esta noche. Se sentó en el sofá del balcón, contemplando la vista nocturna y fumando tranquilamente.Las temperaturas invernales en Nubridad, aunque más cálidas que en Capital Imperial, eran húmedas y frías, muy ventosas.La puerta del balcón estaba cerrada, fuera no había calefacción y la mano de Bosco ya se había congelado.Bosco apagó el cigarrillo y entró en el dormitorio.Al pasar junto a la cómoda, miró con cierta decepción el secador que había encima.A media noche, Bosco se despertó por un ruido en el salón. Se levantó y, al abrir la
Cecilia estaba aguantando el dolor, si no le hubiera dolido tanto, lo habría matado.Ella pensaba: Bosco, ¿soy tan distinta de una mujer?Le molestó a la emfermera, porque el turno de noche ya fue bastante molesto para ella, y ahora vino un compañero irrazonable de paciente, incluso ella no lo conoció, y él le había cuestionado el trabajo, por eso estaba descontenta y dijo: —Sin presionar, ¿cómo se sabe si le duele el estómago o la barriga, o si le duele el apéndice o el la vesícula biliar?Bosco se quedó silencio con lo que dijo.La enfermera el pasó una ficha con un número y dijo: —A la siete, siguiente.Al ver que Bosco había sufrido, Cecilia se sentía un poco alegre. Se levantó, iba a acercarse allá sola, pero el hombre al lado ya se había agachado y la levantó entera: —¿Estás contenta?Cecilia no quería hacer caso a esta mala pregunta, torció la cabeza y dijo: —No.—Entonces esconde tu risa —pausó unos segundos y dijo—, muy fea.Cecilia le miró con rabia, dijo: —Yo tengo la sonris
A medida que pasaba el tiempo, el ambiente se iba volviendo tenso.Cecilia los miró: —no se ve el humo, ¿no se siente también el calor? Además, me duele la barriga, no me falta un brazo o una pierna...Miró la mesita de noche de metal: —déjalo.¡Estaba muerta de ira!Rubén miró con suspicacia a Bosco, y luego a Criz, como hombre normal, realmente no sabía por qué los dos hombres querían tanto a Cecilia, obviamente, no les faltaban mujeres.¿Probablemente los ricos tenían gustos especiales?Cecilia preguntó al médico cuándo podría recibir el alta y luego echó a todos, incluido Bosco, que había estado de guardia toda la noche.Cerró los ojos Cecilia, pero la sala de paciente ya empezaba a animarse con conversaciones, los pasos ocasionales de médicos, enfermeras y familiares de pacientes que paseaban de un lado a otro.Tras permanecer unos minutos con los ojos cerrados, Cecilia se incorporó de nuevo y comió la sopa.Permaneció en el hospital dos días antes de que le dieran el alta y, dura
—Ya que yo no puedo tomar la decisión, preguntémosle a Francisco qué debemos hacer —Cecilia le miró a Francisco, que estaba arrancando las malas hierbas—. Pregúntale si le gustaría que su propio padre fuera enterrado en esta mierda zona.Siendo mirado fijamente por varios pares de ojos, Francisco ya no pudo fingir ser estúpido, —Cecilia, es mejor que escuches a tu tía, el adivino ha dicho que es bien situada la tumba…Cecilia, decepcionada, colocó las flores que había comprado delante de la tumba del abuelo.Marina pensó que se había comprometido y estaba lista para decir algo.Acababa de ponerse en cuclillas junto a Cecilia, antes de que hablara, la oyó decir: —abuelo, te quedas aquí por unos días más, cuando encuentro un buen sitio, entonces te reubicaré allí.Los ojos de Marina se abrieron incrédulos, —¿No dijiste que todo lo decidía tu tío? Te dijo que me escucharas, no estamos de acuerdo en trasladar la tumba.Cecilia se levantó, —puede tomar la decisión, pero si su decisión está
Marina seguía maldiciendo a Cecilia, hace unos días estaba siendo amable con ella, hoy todo había cambiado.Francisco miró la cara sombría de Bosco, asustado, —basta ya.—¿Por qué eres tan cobarde? —Marina se enfadó.—Tu negocio ha sido bien durante los dos últimos años desde que la tumba fue trasladada aquí, si no, ¿cómo podrías permitirte un Mercedes Benz?Al oír estas palabras, Bosco no pudo controlar su ira: —no sé lo bien que les ha sido estos años, pero si me enfadas, puedo hacer que les vaya todo mal el resto de la vida.Aquel tono tranquilo contenía una amenaza.Marina dejó de hablar al instante.—El abuelo lleva dos años viviendo aquí, ya debe haberse acostumbrado, incluso podría pensar que aquí no hay nadie ruidoso, está bastante tranquilo, si trasladan la tumba, más bien podrían hacer infeliz al abuelo.No se atrevió a meterse con Bosco e intentó convencer a Bosco utilizando el abuelo.Bosco rio ligeramente, —bueno, tienes razón, entonces por favor habla tú con el abuelo, si
Tanta ira tuvo Alejandro, que ella nunca había visto una expresión tan aterradora en su rostro.Cecilia se sintió sorprendida por su reacción, pero se calmó de nuevo. —una preguntita, no tienes que estar tan agitado.Las cejas de Alejandro se fruncieron, —¿Tu tía dijo algo delante de ti? Es una mujer zorra que se atreve a hacer cualquier cosa por dinero.—Bueno, dame unos cuantos pelos tuyos, iré a hacerles la prueba y te daré los resultados enseguida para que se callen.Alejandro, temblándose, no sabía si estaba enojado o nervioso, —¿prefieres creer en la palabra de esa mujer que en la mía?Cecilia no dijo nada, pero su actitud era clara: quería su pelo.Después de unos minutos de impasse, Alejandro por fin no aguantó más el ambiente y apuntando a la puerta le espetó: —¡lárgate de aquí!Cecilia bajó las pestañas, parecía que había agotado la energía en ese momento, dijo: —ya lo sé.Alejandro la miró fijamente: —¿de qué?—Realmente no soy tu hija —de lo contrario no se habría negado. C
Tal vez el conductor del coche de atrás estuviera mirando a la ruidosa multitud, no frenó su auto a tiempo y golpeó el parachoques del Bentley.—¿Por qué frenaste de repente? Incluso si tuviera dos cabezas, no podría reaccionar —gritó en voz alta el conductor del coche de atrás mientras asomó la cabeza, —Crees que es fantástico conducir un Bentley, ¿no?—Bosco no le hizo caso y corrió directamente hacia la multitud.Aquel conductor sacó su celular para tomar fotos y dijo —Dios mío, no sólo frenaste bruscamente, sino que llevaba las pantuflas—.Mierda, era un Bentley. Debía asumir toda la responsabilidad por la colisión trasera. El seguro no sería suficiente para cubrirlo. ¡Tenía que deshacerse de la culpa!Bosco luchó por abrirse paso entre la multitud y llegó al frente. El lago estaba tranquilo y no podía ver la persona que saltó.Le preguntó con el ceño fruncido a una tía a su lado —¿Dónde está la chica? ¿Ha sido rescatada?—.—Hace tanto frío que nadie se atreve a meterse al agua pa