13: Un hombre de alma vacía

Me despertó el resplandor de un rayo. Había dormido con Noah y me había olvidado de cerrar las cortinas de la ventana.

Los relámpagos iluminaban la habitación de vez en cuando, pero no se escuchaba el estruendo del trueno. La ventana estaba bien sellada, a prueba de sonido.

Miré a Noah, que seguía durmiendo como un angelito. Me levanté con cuidado, arrastré una de las butacas hasta la ventana, me senté y me puse a observar la lluvia caer.

Me encantaba la lluvia. Amaba los rayos, me parecían hermosos. Aunque peligrosos, era lo que más admiraba de la naturaleza: tan imponentes, seguidos por su majestuosa voz de trueno.

Miré el reloj: eran poco más de las dos de la madrugada. Afuera, todo se veía tenebroso. Recordé que llegué aquí una madrugada como esta: lluvia, rayos… y aquel hombre.

Me vino a la mente el hombre del puente, el auto detenido, su cuerpo al borde del vacío y mi intervención.

¿Será que le salvé la vida?

¿Cómo estará ahora?

¿Quién era y qué lo llevó a pensar en termina
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