Capítulo 0004
Después de la conversación con Ethan, ambos evitaron mencionar el tema y todo parecía seguir su curso sin problemas. Habían pasado dos semanas desde que empezó a trabajar como su secretaria y en ese tiempo solo había tenido que tratar con él en tres ocasiones, sintiendo molestia en cada una de ellas. El teléfono de su escritorio comenzó a sonar y ella respondió cortésmente.

—Hola, Sofía, soy Kate. Solo quería recordarte que mañana temprano tendrás algunos exámenes para el cambio de contrato.

—Está bien, pero ¿por qué decidiste avisarme ahora si podíamos hablar después del trabajo?

—No voy a ir a casa hoy. Ese médico guapo con quien salí el otro día dijo que vendría a recogerme para cenar, así que no esperes que vuelva pronto.

—Qué envidia, amiga... —dijo con tono melancólico—. Todo lo que quiero es que alguien me invite a cenar.

—No seas tan pesimista, encontrarás al amor de tu vida pronto, ya verás.

—He llegado a la conclusión de que no tengo suerte en eso.

—No te rindas, —dijo Kate, animada—. Ahora tengo que colgar, tengo algunas cosas que terminar antes de irme.

Cuando su amiga colgó, Sofía suspiró. Aunque estaba feliz por su amiga, se sentía triste por su propia vida amorosa, que parecía estancada. A veces, recordaba a Mateo y lo que él le dijo la última vez que se vieron. «Esto no es un adiós»—, fue lo que dijo, pero nunca la buscó. Ya habían pasado casi dos años desde que ella se mudó a Estados Unidos y él nunca siquiera le envió un mensaje.

—¿Escuchaste lo que dije? —La voz de Ethan retumbó en sus oídos.

—¿Qué? —preguntó confundida, no había notado su presencia.

—Dije que mañana por la mañana tengo una reunión con la nueva constructora, necesito que me pases la lista de todos los contratos que tenemos con ellos.

—Está bien, te lo enviaré por correo electrónico.

—No hace falta, mañana por la mañana me darás un breve resumen. —dijo mientras volvía a entrar en su oficina.

—¡Señor! —Lo llamó.

—¿Qué quieres?

—Mañana por la mañana me harán los exámenes que pidió la empresa, así que llegaré más tarde.

—Entonces hazme un resumen ahora mismo. —entró en la oficina y cerró la puerta.

Faltaban solo quince minutos para la hora de salida y ella sentía un hambre inmensa, pero, aun así, tomó los documentos importantes que necesitaba y los llevó a la oficina de su jefe.

—Aquí están.

Él analizaba los papeles seriamente, mientras ella no podía evitar notar lo guapo que era ese hombre.

—Algo insignificante. —comentó Ethan.

—¿Qué dijo, señor?

—Dijiste que fue insignificante. —repitió.

—Pero yo no dije nada. —Respondió sin entender de qué se trataba.

—No quería, pero acabé pensando en lo que dijiste, sobre la noche que pasamos juntos. —¿Por qué está retomando este tema?, se preguntó en silencio.

—¿Qué quiere usted, al recordarlo? —preguntó, sin mostrar nerviosismo en su voz.

—Porque la manera en que me lo dijiste realmente me hizo reflexionar. Ninguna mujer ha tenido el coraje de decirme que pasar una noche conmigo fue insignificante.

—Parece que te ha afectado. —dijo provocándolo.

—¡Por supuesto que no! —respondió rápidamente, pero su expresión decía otra cosa.

—Nunca tuve la intención de ofenderte. —continuó ella.

—Muchas mujeres harían cualquier cosa por pasar una noche conmigo.

Con esa frase, sintió que realmente Ethan lo había tomado de forma personal, pues parecía furioso.

—Qué bueno que usted es muy solicitado, eso significa que no se preocupará por lo que piensa alguien como yo.

No quería prolongar esa conversación, pues todo lo que deseaba en ese momento era ir a casa y comer algo.

—Claro que no me importa, —se levantó de su silla. —Ni siquiera eres el tipo de mujer con la que suelo relacionarme, así que no pienses que tu opinión importa.

—Pero yo no lo creo. —respondió.

A pesar de que Ethan le dijo eso de manera despectiva, ella no se sintió afectada, después de todo, en cuanto a su apariencia, Sofía no se sentía insegura. Era una mujer de un metro sesenta y cinco, con cabello largo y liso de color negro. Tenía una nariz fina y ojos de un tono verdoso. Él podría decir que no era su tipo, pero nunca podría llamarla fea.

—Solo salí contigo porque pensé que merecías aprender una lección sobre no hablar mal de quien te paga el salario. —dijo.

—Sí, lo sé, usted ya me lo ha dicho. —respondió calmadamente.

Ethan sintió que sus palabras no estaban teniendo el efecto que esperaba. Quería que se pusiera nerviosa, que se sintiera ofendida, pero no, ella no parecía importarle lo que él decía; por el contrario, parecía estar burlándose de él.

—Entonces, no trates de alardear solo porque estuviste con el director de la empresa. —continuó.

—Pero nunca presumí de eso, —dijo Sofía, sabiendo que Kate nunca confiaría eso a otra persona. —Al contrario, eso sería vergonzoso para mí.

—¿Vergonzoso? —preguntó él, arqueando una de sus cejas.

—Sí, sería muy vergonzoso para una simple empleada como yo estar con un hombre tan importante como usted. Todos pensarían que me insinué hacia usted.

—¡Exacto! —dijo él.

—¡Exacto! —repitió ella calmadamente. —No se preocupe señor, no causaría ese tipo de problemas en la empresa, como dije, si usted no hubiera mencionado el tema, yo nunca lo hubiera hecho. —Viendo que Sofía no parecía ofendida, le pidió que se retirara.

—Puedes irte ahora, necesito revisar estos documentos antes de irme. Tengo una cita con una mujer importante esta noche.

Ella simplemente asintió y salió de allí, dejando a Ethan nervioso. Al salir de la oficina de su jefe, Sofía notó que sus manos temblaban y que sentía un gran deseo de llorar.

—¿Por qué necesitó repetir esas cosas de nuevo? —Se preguntaba nerviosa.

[…]

Al día siguiente, fue al hospital, donde la empresa tenía convenio, y se realizó todos los exámenes necesarios para su nueva función. Contrario a lo que esperaba, no tardó mucho y pronto pudo volver al trabajo. El día pasó rápido, y ya tarde, fue a sacar algunas copias de documentos, pero se encontró con Kate, que salía del ascensor.

—¿Qué haces aquí? —Preguntó sorprendida, ya que su amiga trabajaba lejos de ese piso.

—Amiga, necesitaba verte en persona. —dijo, con un semblante preocupado.

—¿Pasa algo grave? —preguntó Sofía.

—Algunos de tus exámenes llegaron... —respondió.

—¿Qué ocurrió?

—Sofía, ni siquiera sé cómo decirte esto. —tocó el hombro de su amiga. —Estás embarazada.

Los ojos de ella se abrieron de par en par ante esas palabras. Kate era una gran bromista, pero en ese momento, no parecía estar bromeando con nada. No podía creer en algo así. El único hombre con quien se relacionó fue Ethan y siempre tomaron precauciones. Incluso si no hubiera ningún método anticonceptivo seguro, sería muy improbable que estuviera esperando un hijo de alguien que, además de no tener ningún vínculo emocional, tampoco le gustaban los niños.
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