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Huellas del destino, parte 1

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   MARI VAN HELSING ADOPTA LA CRIATURA

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A pesar de que la órden era clara, Ruby no la obedeció, y en ese mismo instante, declara a todos que repudia a la manada.

A pesar de que su cuerpo es mucho más pequeño, y sus colmillos no son tan afilados como los de los otros miembros, Ruby en su forma lupina no dudó en lanzarse encima del licántropo que estaba mordiendo a su hermana. 

- ¡Huye! Salva el niño - dijo ella, colocándose en posición de ataque para defender a su hermana mayor.

- ¿Qué crees que estás haciendo? - gruñó el lobo que se levantó del suelo y sacudió su cuerpo para eliminar el exceso de nieve.

- ¡No permitiré que maten a mi velut luna! ¡Primero tendrás que superarme! - habló con firmeza, en sus ojos se veía el fervor de sus palabras, la lealtad a su velut luna y sobre todo a su hermana.

- Ya no es Velut Luna, es una traidora. Los traidores no merecen compasión, ni perdón, ni nada. - gruñó el beta posicionándose frente a los demás tomando el lugar de líder que ataca contra la luna cimex frente a él.

- ¡Es mi velut luna! ¡Mi hermana! - gruñó en respuesta haciendo que todos se enfurecieran aún más.

- Perdóname... Por favor - susurró Esmeralda con los ojos bañados en lágrimas mientras se levantaba del suelo y apoyando al bebé en su pecho, corría hacia el bosque iluminado sólo por la luz de la luna llena. Su corazón sangraba, sabía lo que le iba a pasar a su hermana. El viento helado llevó su súplica hasta los tímpanos de la menor.

Una media luna de lobos se formó frente a Ruby, todo su cuerpo temblaba, nunca había estado expuesta a tal dominio, y le dolía sobre todo psicológicamente, quería por instinto bajar la cabeza, pero se mantuvo firme y con la cabeza alta. Por primera vez se opuso a quienes durante toda su vida la habían reprimido, maltratado, despreciado y utilizado como cebo. Por primera vez en la historia de los lunas cimexs, defiende algo que le gusta. Y esto se estaba grabando, en el oscuro rincón del bosque, en lo alto de uno de los árboles, la enemiga estaba al acecho, sólo observando con sus ojos sonrojados.

- ¡Maten al desertor! - el beta ordena y todos saltan sobre Rubi, que intenta defenderse con sus pequeñas garras y sus redondos colmillos, por desgracia, no tenía fuerza ni habilidades, no tardó ni un minuto en ser derrotada.

Un último aullido fue dejado por Ruby pidiendo la protección de la diosa para su hermana y su pequeño e indefenso cachorro, su cuerpo sin vida volvió a la forma humana, su espíritu volvió a la gran luna. Los lobos no se conformaron con matarla, sino que la pisotearon hasta dejarla completamente deformada e irreconocible.

El cielo nocturno comenzó a lloviznar, finas gotas cayeron del cielo, la diosa lloró por la cruel muerte de una de sus amadas hijas.

- Vamos a por el traidor -declaró beta tras aprobar el trabajo en el que dejó a Rubi mimado.

Los lobos volvieron a su caza, el vidente llevando consigo las huellas del traidor. La enemiga intrigada por el bebé saltó del árbol donde grabó toda la escena del asesinato, con su visión de largo alcance, y su sentido extremadamente sensible al olor de la sangre, sabía exactamente dónde estaba Esmeralda.

La ex velut luna ya no puede correr, su pierna se había roto en una fuerte caída en la raíz del árbol, la llovizna no la ayudó a orientarse. Si pudiera transformarse, podría curarse rápidamente, pero no puede, necesita cuidar del bebé, pero su situación es demasiado drástica, su miedo a dejarlo ir es demasiado grande.

Sus oídos detectan el sonido de alguien que se acerca por encima de los árboles, su corazón palpita y todos sus sentidos se vuelven más sensibles.

- Por favor, diosa de la luna, no dejes que le pase nada malo a esta... - Esmeralda confiaba en la diosa, era una de las pocas que aún adoraba a la diosa como un ser absoluto en su vida, pero su petición fue interrumpida.

- ¿No crees que es inútil pedirle protección? - Los ojos rojos y la ropa negra de coro, no le quedaba ninguna duda a Esmeralda. Era el enemigo, era la temida Mari Van Helsing quien estaba ante ella.

- No, ella es nuestra...

Su discurso fue interrumpido por los amenazantes aullidos de los lobos que la perseguían, todo su ser sentía pavor. A pesar de que su dominio sólo pierde ante su pareja, es débil, y son muchos contra uno. La hembra es vulnerable, su macho debería defenderla, pero él la quiere muerta y eso la hace aún más débil.

- Están cerca de aquí, su olor está por todas partes, es cuestión de segundos que aparezcan.

Mari vio el terror en los ojos verdes de la débil e impotente mujer sentada dentro de la raíz de un gran y retorcido árbol.

- Por favor... Por favor - los labios de Esmeralda temblaban, no de frío, no de miedo, sino de tristeza, sabía el destino que iba a tener, sabía que no podía proteger a su pequeñito, pero quería que viviera, si había nacido así, era con un propósito, ella creía en eso, la diosa nunca falla - Por favor... Salva a este niño, nunca ha cometido ningún pecado... Por favor.

Mari miró profundamente a los ojos de Esmeralda, sabía que era una madre desesperada. Mari también sabía que esta situación no es normal. Un recién nacido, en forma humana, era algo imposible en las bestias. Tenía que ser un lobo y sólo mostrar signos de humanización después de seis meses de vida. Mari sabía que ese bebé, era algo anormal.

- Te lo ruego, por favor no dejes que maten a mi cachorro, él...

Mari no dijo ni una palabra, sólo estiró los brazos y sostuvo al niño. Esmeralda sonrió, aunque muriera en ese lugar, la vida de su pequeño estaba preservada y eso le bastaba para morir en paz.

- Se llama Rodolfo, el lobo poderoso -la voz de Esmeralda salió baja, pero Mari pudo oírla perfectamente.

No creía que el nombre fuera apropiado, pues estaba claro que este niño no se parecía en nada a un lobo, nada que se pareciera a su pertenencia a esas terribles bestias crueles.

El sonido de los pasos se acercó, Esmeralda echó una última mirada al rostro de su pequeño, grabando en su memoria cada detalle de su diminuta cara, pero Mari no alargó su despedida, pronto le dio la espalda y volvió a la copa del árbol, saltando de rama en rama hasta quedar a gran distancia, pero no demasiado, quería seguir grabando lo que le ocurriría a la madre del niño que estaba desnuda en sus brazos, sin ninguna tela que la protegiera del frío y la fina llovizna, el cordón umbilical mal cortado. El olor de la sangre seca en el pequeño y débil cuerpo del niño.

- Gracias mi diosa, siempre he confiado... - Esmeralda no pudo terminar la última gracias a su creador.

El beta agarró la cabeza de la hembra y se la arrancó del cuerpo sin ninguna dificultad, todo el suelo estaba bañado en su sangre. Y la fina llovizna se convirtió en una gran tormenta, los grazinos cayeron violentamente sobre la tierra, los truenos cortaron la oscuridad del cielo. Los lobos corrieron de vuelta a sus guaridas dentro del castillo.

Mari saltó de árbol en árbol hasta la base más cercana. Durante todo el camino tuvo cuidado de que ninguna piedra de hielo golpeara al pequeño.

- Bienvenida, señora -saludó el guardia que abría la puerta a Mari, que se limitó a asentir levemente con la cabeza.

- ¿De quién es este bebé? - preguntó Margaret en cuanto Mari entró en la base.

Margareth fue adoptada por Mari hace cinco años, sus padres fueron asesinados y devorados delante de ella por los hombres lobo. Mari consiguió salvarla del mismo destino y desde entonces ha estado criando y entrenando a la niña de largo pelo rojo y ojos marrones miel.

- Ahora es parte de nuestra familia.

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