Capítulo336 El abuelo
Con la luz, todo estaba claro: qué parte estaba sucia y qué parte no, lo que facilitaba mucho entrar al patio.

Por suerte, no había ni un solo lugar sin ocupar.

La pareja del puesto de barbacoa se había ido a casa, y ahora todo estaba tranquilo. Adriana abrió la puerta del salón e invitó a Omar a entrar.

—Hay muchas más moras en los árboles, podemos recoger algunas para llevarlas a la abuela—dijo ella.

Omar no discutió, probablemente pensando que Adriana no estaba bromeando cuando se trataba de ser filial con doña Francisca.

—De acuerdo— respondió él con nobleza, y Adriana rodó los ojos.

—No puedo alcanzarlas, ven tú y recógelas— dijo ella.

—¿La última vez que llevaste esa cesta llena a la montaña fue tu abuelo quien te ayudó a recogerlas?— preguntó él.

Adriana, resignada, decidió que más adelante tendría que callarle la boca.

Sacó una cesta y dijo:

—Aquella noche estaba sola, hoy tengo compañía, y además, es un hombre que puede respirar, ¿por qué debería hacer todo el trabajo duro?

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