ANTONI

Me largo de ahí dejándo a Giovanna parada en medio del salón llamándome a los gritos, pero ya no la escucho, ya no me importa, siento un dolor insoportable en mi pecho que me consume de la rabia, tengo ganas de romper e incendiar todo a mí paso. Me abro paso entre la gente empujando y chocando sin cortesía. El perfecto caballero y anfitrión de modales impecables que estaba siendo esta noche ya no está. Me dirígo a una pequeña sala de estar que hay en la residencia y me encamino al bar, para tomar una botella de wisky escoses, me desanudo el corbatín y lo tiró a un lado en el suelo, me deshago del saco del esmoquin y empiezo a bebér del pico de la botella a grandes sorbos casi sin parar para respirar. Desbrocho los primeros tres botones de mí camisa, la angustia y la desesperación me invaden cuando pienso en que momento me enamore tanto de está mujer como un estupido, idiota que estaba dispuesto a cambiar por ella, no casarnos exactamente, pero si tener una relación estable de mo