Capítulo81
Pero al pensar en cómo esa mujer estaba tan feliz besando a otro hombre, él sentía una molestia en su interior. ¡No le gustaba esa sensación!

Camila se estremeció por completo, su furia inicial se desvaneció y su mirada se volvió frágil y desaliñada.

—¿Quién te dio permiso para abrir mi maleta y mirar en mi computadora?— protestó, levantando la cabeza con los ojos enrojecidos por las lágrimas.

—Si no la abro, ¿cómo sabré a quién pertenece la maleta y cómo encontrar al dueño perdido?—respondió Valentín, con los ojos entrecerrados, observando cómo sus ojos rojos se volvían más intensos de repente. Parecía que esa foto era realmente importante.

—Dame mis cosas, no quiero repetirlo— exigió Camila.

Al verla así, Valentín no sabía qué le pasaba. Su única intención era enfurecer a esa mujer delante de él, como si estuviera lidiando con un pequeño monstruo, obligándola a mostrar todos sus dientes antes de arrancar cada uno con unas pinzas, convirtiéndola en una mascota dócil que no muerde.

Los
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