Capítulo 24
Sintiendo su vacilación y conflicto, Jazmín levantó la cabeza con lágrimas en los ojos, su rostro pálido inspiraba compasión.

—No importa si puedes aceptarme de nuevo, Yago es inocente. Su único deseo es tener su propio papá. Ezequiel, por favor, compadece a nuestro hijo, ¿de acuerdo?

La súplica humilde hizo que la garganta de Ezequiel se retorciera y, en su mente, no pudo evitar recordar la imagen patética de la pequeña figura que lo abrazaba sin soltarlo. Su corazón se ablandó una vez más.

—Te prometo que haré todo lo posible por compensar a Yago.

—Mientras Yago esté feliz, eso es suficiente para mí. Gracias.

Limpiando las lágrimas de las comisuras de sus ojos, soltó la cintura que había abrazado fuertemente antes. Viendo la actitud controlada y considerada de Jazmín, los ceños fruncidos de Ezequiel finalmente se relajaron lentamente.

—Voy contigo para pasar tiempo con Yago.

—Sí, seguro que estará muy contento de verte.

El coche volvió a arrancar, y Jazmín giró la cabeza para mirar
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